viernes, marzo 15, 2019

"De los pueblos emanan los milagros". Del poeta A. Uld Abdelkader


Texto: Mohamidi Mohamed Fakal-la, escritor, poeta y periodista saharaui que escribe desde  los años ochenta en los campos de refugiados saharauis en Tinduf, sur de Argelia.
De los pueblos emanan los milagros”, legendario poema de Ahmedu Uld Abdelkader en recuerdo y condena a las masacres del sionismo cometidas contra el pueblo palestino en Deir Yassin en 1948[1]. El escritor saharaui rememora a través del verso de Uld Abdelkader esta triste efemérides y dice que el pueblo saharaui en su lucha desde los años setenta siempre se ha sentido identificado con este poema, que se recitaba y se cantaba entre toda una generación. Uld Abdekader simpatizó con el Frente Polisario en los años setenta en Nuakchott y conoció al lider saharaui Luali Mustafa a través del desaparecido izquierdista saharaui Jalil Uld Sid Emhamed.
Me ha acompañado desde temprana edad cierta motivación sentimental causada por un poema, que aún sigo recordando con nostalgia, cuyos versos se pretendía mostrar con ellos cierta concientización sobre situación acaecida en un momento concreto, donde se libró una batalla desigual,   marcada por la turbulenta sinrazón de la ocupación y el deseo vehemente de los pueblos a la liberarse del yugo colonial.
Desde entonces han pasado muchas cosas. "De los pueblos emanan los milagros", contundente afirmación del poeta mauritano, Ahmedu Uld Abdelkader, en un giro al verso con el que trazaba la amplitud merecida al ancho titular en una aproximación fehaciente sobre el valor y las inclemencias del sufrido pueblo palestino. Un referente con el que se generalizaba el malestar que azotaba el mundo. En ese sentido, no se podría soslayar cantautores, guitarristas y poetas, que se han destacado por su activismo universalizado, en el que no faltaba esa canción de protesta social, como un fenómeno convencional con el que evocaban esa libertad perdida, de la talla de Marcel Jalifa, Joan Manuel Serrat, Bob Dylan, Mariam Makeba, Joan Baez, Silvio Rodríguez y Víctor Jara, que hicieron del canto justiciero, otra honda de David.
El izquierdista de los "Kadihin[2]" mauritanos, escribió el fabuloso poema con esa intención en la que no faltaría de hecho esa  compresión generalizada, solidaria y comprometida. Eran los umbrales de los años sesenta del siglo pasado. En efecto, el autor fue Inspirado y dolorido por los hechos de la masacre de Deir Yassin, donde más de un centenar de palestinos fueron aniquilados en su propia aldea a manos de las milicias sionistas, en la triste mañana del 9 de abril de 1948. De hecho, el dolor se convirtió en un canto a la libertad, registrado en la memoria colectiva como un homenaje póstumo en la distancia de un tiempo certero, elocuente y profundo. Por ello, quedará escrito también en las lápidas de la historia como versificadas palabras de un alegato con nota musical de un himno revolucionario. Y es difícil no encontrar otros pueblos, más allá del palestino, que no han tenido sus propios  Deir Yassines, Guernicas, o Zemlas, el humilde barrio saharaui que llevó también el signo de esas  encarnizadas matanzas por el mero hecho de haber reivindicado ante la administración colonial española en 1970 su derecho a la libertad y la independencia.
في الجماهير تكمن المعجزات           ومن الظلم تولد الحرياتُ                    

و من الشعب في فلسطين قامت           ثورة الفتح يفتديها الأباةُ
                                                              (…)
De los pueblos emanan los milagros
y de las noches oscuras nace la libertad.
La noche navega en las profundidades del universo,
bordeada  por las espesas obscuridades.
 Y el amanecer emerge en las alturas
venciendo  la calma de la brisa.
La crueldad despierta el sacrificio consentido
por las generaciones .
Al-fatah, el pueblo palestino,
cundió en el alma a lo largo de dos decenios,
enarbolando las palabras en un grito de llamas,
que coronaban las  silenciosas noches,
sacudidas por los bombardeos y la pólvora.
mientras se dispersaba el eco coreando las  lamentaciones,
valor y  entrega.
Deir Yassin,
no hemos  olvidado nuestra sangre derramada,
a la luz de las miradas.
Deir Yassin, y cómo podemos olvidar las cenizas
de los huesos azotados por el viento al borde del abismo.
Nos hirieron las garras del tiempo,
la barbarie del ocupante,
y fuimos aturdidos por las lágrimas y la tristeza,
pero persuadidos con la causa de nuestro tiempo
en una Intifada revolucionaria,  que no podrá retener las letalidades.
Somos un pueblo que ha sido crucificado
por las tragedias y la vigilia de los reveses.
Habitamos el infierno sin percatarnos de sus candentes llamas,
sólo nos dio mayor determinación y firmeza.
Recibíamos el mártir con orgullo y victoria,
y las víctimas son despedidos con festejos.
Alzábamos el canto de muerte, y lo vemos de por vida, la vida.
Cantamos hasta las heridas cantan.
De los pueblos emanan los milagros,
y de las noches oscuras nace la libertad.
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[1] La masacre de Deir Yassin el asesinato de más de 120 civiles árabes palestinos, ​ por milicianos sionistas del Irgún y del Leji, cometida en la guerra Árabe Israelí de 1948.
[2] Proletarios, izquierdistas mauritanos de los años sesenta y setenta.

lunes, marzo 11, 2019

Presentación en Bilbao de "La luz de cuatro velas en el Sahara" de Ali Salem Iselmu

El escritor saharaui Ali Salem Iselmu presenta en Bilbao el próximo 14 de marzo su libro de relatos ‘La luz de cuatro velas en el Sahara’. Será en la Casa del Libro.
Ali Salem Iselmu, que ha estado recientemente en los campamentos de refugiados saharauis, ha realizado allí una presentación de su libro de relatos. Como dice la editorial donde ha editado el volumen, Wanafrica, “Es precioso ver como la obra vuelve a sus orígenes para ser contada a las mismas poblaciones que la inspiraron”.
‘La luz de cuatro velas en el Sahara’ se puede comprar a través de la web de Wanafrica:

viernes, marzo 08, 2019

Del poeta saharaui Mohamidi Fakala en el exilio, (Campamentos de refugiados saharauis en el sur de Argelia”


Texto: de Mohamidi Fakla
Ilustración: Fadel Jalifa
 
Mujer liberadora
La luz se propagaba en la distancia, y en los ojos una verdad.
Mujer liberadora.
 La frialdad desaparezca al pronunciarse el verso de la razón.
Mas las flores no son más que puros engaños
de una primavera sin otoño.
Y las lágrimas ya no eran de cristal
ni tampoco se derritan perdidas en la sombra de la fragilidad.
Nuevas esperanzas.
Mujer liberadora.
Naciste para morir entre dos ríos,
aunque preferías que te tragaba la mar.
Hormigueo de dunas bajo tus pies descalzos,
desnudos con humildad.
Mujer liberadora.
Versos silenciados y dormidos.
Sórdidos recuerdos de pasiones inútiles,
pero también de voces inequívocas que murmuran,
diciendo tu nombre.
Mujer liberadora.
Eres el reto de la muerte con el velo y eres el colorido
que enjuagaba el sediento deseo nunca más vivido.
Mujer liberadora.
Melodía de pasiones de todos los tiempos;
vuelves y vienes envuelta en la brisa de los embates de los vientos.
Ya la mar se alejaba con sus olas de canas,
y el desierto abrazaba por su parte las arrugas de los años.
La noche se convierte en una lúcida estrella,
pero lo raro que lo oscuro aún persiste retenido en la nada,
locura perdida , donde se levantan sueños reciclados.
Mujer liberadora.
 Al final de cada mirada se descubre tu auténtico rostro
crepitando en las alturas,
mis manos y tus manos en un intento de apagar
las llamas del pasado.
Ríos, dunas y mares. Mujer liberadora.
Todo en silencio pretendido,
 todo por tu canto pleno, y no menguado.
Todo por la libertad conquistada. Mujer liberadora.

miércoles, marzo 06, 2019

Al llegar a la duna


                               Al llegar a la duna, texto de Ali Salem Iselmu Abderrahaman
Foto: Juan Ignacio Robles y archivos GA
Al llegar a la duna empecé a observar el espectáculo de luces que nacía en el cielo, en él descubrí caminos, rutas que me llevaban a antiguas ciudades. Dirigí mi vista hacia el norte, allí estaba la estrella polar. Seguí observando hasta que descubrí las luces de la ciudad de Tinduf, pensé en las caravanas de comerciantes, en esa extraña ciudad nacida entre colinas, cuyas luces parecen un viejo farol que emerge del interior del Sahara.

Cuando dirigí mi mirada hacia el este, el espectáculo de diminutas estrellas era infinito. Una luz pareció penetrar en mis ojos y desaparecer, pensé en un deseo que compartí con el silencio del momento, mientras iba observando unas huellas pequeñas que permanecían quietas en medio de la noche. Creí que aquellas huellas eran de una mujer, un pie pequeño que no llega a penetrar del todo en la arena. Pensé en la chica joven, cuyos ojos parecían dos estrellas.
¿«Será ella, no lo sé»?. Miré hacia el sur, entonces vi pequeñas luces dispersas sobre la planicie, unas eran intensas, otras eran débiles. Me quedé confundido, no sabía cómo podía volver, entonces mi amigo me dijo:
̶ Vamos hacia aquella luz solitaria y brillante inclinada hacia el este.
Empezamos a caminar despacio, rodeados de pequeñas colinas. Entonces me vino a la mente la imagen de aquella mujer que huyó descalza hasta la ciudad de Tinduf y nunca volvió a la ciudad del Aaiún, donde dejó su hijo siendo un bebé. Muchos años después, su hijo quiso que volviese, pero ella se negó entre lágrimas y suspiros diciéndole.
«Hijo mío yo no podré volver, mientras siga viendo las luces de Tinduf. En el Aaiún aún permanece esa noche oscura que guio mis pasos hacia esta tierra».
Seguimos caminando despacio, íbamos de un montículo de piedras a otro de arena. Aparecieron unas cabras en medio de la oscuridad, luego las pequeñas construcciones de cemento y piedras. Estábamos perdidos y teníamos miedo. Mi amigo sacó su linterna y empezó a buscar en la arena. Encontró las huellas de un niño, de una bicicleta y de un gato. Entonces me preguntó, ̶ ¿dónde estábamos? ̶  .
Le dije que no se preocupara, la luz de nuestra casa brilla más que las otras luces y debemos de continuar hasta alcanzarla.
Me preguntó sobre el color de la arena en una noche oscura, recordé la historia de un abuelo que se perdió y gracias al olor de la arena y el tamaño de sus granos, pudo volver a su casa.
Seguimos caminando, desapareció la luz brillante. Ahora solo veíamos la luz de una estrella que nos iba llevando hacia al sur, seguimos caminando sin ninguna referencia clara, hasta que surgió delante de nosotros, los restos de un camión abandonado. Nos detuvimos. Mi amigo siguió buscando entre varias huellas de hombres, mujeres y animales. Al final no encontró nada.
Fuimos a una pequeña colina de piedras y cuando estábamos en la cima volvimos a ver la luz brillante de nuestra casa, hacia ella nos dirigimos en medio de las estrellas y la oscuridad. Cuando llegamos a aquella casa de adobe y cemento, una mujer salió a nuestro encuentro.
̶ Buenas noches, a dónde habéis ido ̶ dijo interrumpiendo el silencio de la noche.
̶ Nos hemos ido a la duna del sueño en busca de estrellas ̶ le contestamos los dos a la vez.
̶ No volváis a ir solos, las luces del cielo os pueden llevar a otro lugar ̶ contestó ella.
Entramos a una sala cubierta de alfombras rojas, una chica joven de ojos brillantes, entonces nos dijo.
̶ podéis tomar el último té de la noche.
En el fondo se veía la foto de una duna inmensa en la que se veían varias huellas. Mi amigo dijo entonces,
 ̶ hemos llegado acompañados de las luces infinitas de la noche.
Yo sonreí mientras un extraño silencio aún dominaba mi cuerpo.

viernes, marzo 01, 2019

“Tiris, Rutas Literarias”: la memoria de la poesía y la historia


Cuando concluimos una disfrutada lectura de un libro, que nos ha dejado un buen sabor, queremos compartir con los más inmediatos afines de lectura nuestra opinión al respecto.
Si opinamos formulando o presuponiendo criterios, sin un conocimiento previo del contexto, erraremos contra el autor y su obra. Y como dice el proverbio saharaui ويل لغن من حكينو “El mal del verso se debe a su declamador”. Cuando Tiris, rutas literarias se publicó en 2016, tuve un enorme deseo que me llegara la opinión de alguien que conociera la región de Tiris y sus referentes en la historia de la poesía. Dos años más tarde entiendo que valió la pena esperar, al ver que mi deseo se ha hecho realidad en un texto de crítica literaria que me llega del escritor, periodista y poeta saharaui Ali Salem Iselmu, natural de esa region de Tiris. Un texto que a continuación comparto con el lector de este blog. Bahia MH Awah (Foto Wad Miyek, Tiris, de Bahia MH Awah, octubre 2011)
Cuando terminé de leer el libro “Tiris, Rutas Literarias” del escritor saharaui Bahia Mahmud Awah, me quedé absorto ante el recorrido de cada verso convertido en epopeya. En las arenas del Tiris se perdieron mis lágrimas entre leyendas de poetas y guerreros saharauis como Ali Uld Meyara, Wayaha Uld Ali Chij o Mohamed Uld Tolba.
Al cerrar la última página del libro, ante mis ojos seguían las montañas negras del Tiris[1] y los jinetes de la poesía recorriendo aquel paisaje desnudo que empieza desde Rich Anayim[2] hasta Zug[3]. No puedo olvidar la descripción que hace Bahia del “Celestino Literario”, el registro oral del verso saharaui Mohamed Salem Uld Abdelmayid. Y por otra parte el poeta Sid Brahim Uld Salama Uld Eydud, cuando cuentan que una noche estrellada, unos hombres dormidos al lado de las montañas de Leyuad[4] , se despertaron sin dientes porque había sido atacados por los diablos mientras soñaban. Solo en esas infinitas rutas que aborda el libro de forma magistral, aparecen fabulas y leyendas nacidas de la poesía más genuina que se ha cultivado sobre el Tiris desde tiempos remotos.
Bahia Mahmud construye cada palabra y cada verso de poesía en hasania[5] y lo traduce de forma exquisita al castellano construyendo un puente entre dos culturas, llevando lo más profundo de una cultura a otra lengua. Transformando los gaf[6] en versos y las talaa[7] en hermosos poemas.
Hay unos versos del poeta Sid Brahim en hasania en los que plasma su reencuentro con Tiris:
     يلعڴل ابكي مانك معڏور             البكي اللي ماهو مستور
     رافع راسك ماهو محدور              بيك الفرح مافيك أثقال
    وتحدولك واحد وثنين                ڴلابت  تيرس دمعك سال
    بيك اللي تعرف من شي زين            فيها مات راجع محال                         

Este poema Bahia lo traduce y lo ordena de tal forma, que el texto original sigue teniendo la misma fuerza e intensidad cuando lo lees en castellano:
“Oh, amor, llora que no estás
disculpado.
Llora con la cabeza en alto
y no escondas tus lágrimas,
porque de alegría desbordas
y ningún mal te pesa.
Los montes de Tiris
ante ti se perfilan, uno y dos…
Y ahora
haz que corran tus lágrimas
porque sabes de hermosos
tiempos que no volverán.”
La riqueza de este libro está en las anécdotas que se cuentan con cada poema, cada palabra alrededor de un vaso de té saharaui y ante la mirada del equipo de investigadores de La Universidad Autónoma de Madrid, buscando en las cuevas del Lemdeismat[8] los versos de Mohamed Uld Tolba. Este sabio saharaui ante la dificultad de componer un poema en el que buscaba hacer rimar, el nombre de uno de los montes de Leyuad. Contrató tres pastores para su ganado, resultando el último pastor un excelente poeta que logró colocar esa palabra dentro de un extenso verso.
“Tiris, Rutas Literarias” es un libro que no sabría definir su género, ni su estilo. Lo único que podría afirmar de esta obra, es que rescata la historia y la poesía escondida en el interior de las dunas del Tiris y la eleva a su cielo estrellado, creando una especial comunión entre historia, poesía y literatura.
Los poetas saharauis salen de la soledad del desierto y subidos sobre una lluvia de versos, regresan a su tierra después de un largo exilio.
Este libro es un homenaje a la poesía en hasania, a la literatura saharaui.  Es una ruta de palabras y versos que viaja de cumbre en cumbre para encontrar la imaginación en un paisaje, unas veces desolado, otras veces verde y hermoso dentro de la inmensidad del Sáhara.
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[1] Región situada en la parte sur del Sáhara Occidental, conocida por sus montañas negras en forma de inselberg y grandes llanuras en los que crece el ascaf que sirve de pasto para los dromedarios.
[2] Cadena de montañas situada en la parte norte de Tiris en la frontera del Sahara Occidental y Mauritania.
[3] Pozo y cordillera montañosa situados en la parte sureste del Sahara Occidental.
[4] Montañas que se encuentran en el sistema central de Tiris, Sahara Occidental, albergan muchas historias de pastores y diablos.
[5] Idioma hibrido de lenguas africanas, senhaya y el árabe hablada en la República Saharaui y en la Republica de Mauritania.
[6] Verso en hasania muy corto, preludio sobre el que se construye un largo poema, llamado Talaa.
[7] Poema, construido a partir del gaf, verso.                                                
[8] Montañas situadas en la parte sureste del Sahara Occidental región del (Tiris).