domingo, junio 17, 2007

Naziha

Naziha, era una niña de cuatro o cinco años, que en medio de una tormenta vio un globo verde. ¡Un globo verde, qué maravilla!, dijo ella, y salió corriendo trás él. Naziha corrió y corrió, sin poder alcanzarlo. Cuando se dio cuenta estaba ya lejos de su jaima. Ella no sabía dónde vivía, ni dónde estaba. Una mujer la recogió, y la llevó a su jaima. La niña tenía mucha sed, y la mujer le dio agua, agua en un cuenco de metal. En el fondo del cuenco había tierra y hormigas muertas, dormidas o desmalladas, a la niña le dio asco, pero tenía tanta sed que bebió el agua con placer, y bebió las hormigas.

La abuela de Naziha se enteró de su paradero y fue a recogerla, después de llevar horas buscándola por todas partes. Cuando fueron a la jaima de la mujer sólo habían hormigas, muchas hormigas, que rodeaban a una más grande que las demás, su color era verde brillante como una esmeralda.

La abuela y la mujer miraron y revisaron todos los rincones, la cocina y el baño, salieron fuera para ver las huellas de Naziha, por si volvió a salir cuando la mujer la dejó sola para que avisaran a su familia, pero el viento seguía soplando y todo lo que las personas escribían con la caligrafía de sus pies se borraba.

La abuela se sentó al lado de las hormigas y con voz dulce les susuró: "Hormigas, yo no les voy echar gasolina, ni dejaré que las gallinas les picoteen, ni derrumbaré vuestro hogar. Yo les daré azúcar, migas de pan y cus-cus, si me dicen dónde está mi niña".

La tormenta se intensificó, y agitó duramente la jaima, las dos mujeres se agarraron al palo para sostenerlo y evitar que les aplastara. La arena se filtraba por todas partes y todo se oscureció. Algún bicho picó a la abuela, y la mujer buscó a ciegas la linterna que siempre guardaba al lado de donde apilaba las mantas, y fue hasta el baúl grande para sacar el viejo botiquín, cuando levantó la tapa del baúl, allí estaba Naziha acurrucada, medio dormida y abrazada a un globo verde.

Limam Boisha

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