Por: Limam Boisha | 19 de mayo de 2014
Y ¿quién era James J. Hill? Es la pregunta que
nos hicimos nada más aparcar delante de aquella mansión con gran vista hacia la
ciudad de St. Paul y el Río Mississippi. Una casa impresionante, de cinco
plantas de estilo románico. Su construcción fue terminada en 1891 y era
propiedad del hombre más rico no solo del Estado de Minnesota, sino de los
Estados Unidos, y probablemente del mundo: el magnate del ferrocarril entre
Estados Unidos y Canadá. Fue conocido durante toda su vida como "El
constructor del imperio".
Según el folleto que reparten en la
Casa-Museo, la mansión tiene cinco pisos, 42 habitaciones, 22 chimeneas, trece
cuartos de baños. El gran salón es de 186 metros cuadrados con un gran órgano y
un piano. La galería de pintura alberga una extensa colección de obras. Sus
negocios estaban en la extracción del carbón, hierro, en la agricultura y en la
banca.
Nos comentaron que el escritor norteamericano
Francis Scott Fitzgerald se inspiró en la vida de James J. Hill para recrear el
personaje de El Gran Gatsby. Minnesota tiene muchos personajes y más
interesantes que James Hill. Tiene entre sus hijos predilectos sí, a Scott
Fitzgerald que formó parte de lo que Hemingway dominó “La Generación Perdida”.
Otro gran personaje (que no necesita
presentación), también de Minnesota es Bob Dylan. Nació en un pequeño pueblo
llamado Duluth, que no hemos podido ir a ver. Lo que sí vimos y nos quedaba
cerca era un personaje, grande en tamaño y más emblemático que todos ellos: El Mississippi.
El río nace en el Estado de Minnesota y desemboca en el Golfo de México.
¿Qué sería de dos de las obras más populares
de Mark Twain: Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn sin el
Mississippi? Son tantas las novelas, ilustraciones, dibujos, fotografías y
películas que se inspiraron en este mítico río que se necesitarían varios
folios para anotarlos. Le cantaron
poetas de la talla Walt Whitman, Nicolás Guillén, entre muchos otros.
Durante una semana el Sahara ha estado muy
presente en Minnesota, especialmente con la presencia de Aminetu Haidar, para
hablar de la resistencia de la mujer saharaui en los territorios ocupados del
Sahara Occidental y el profesor de la Universidad de San Francisco, Stephen
Zunes que impartió varias charlas. Durante las cuales siempre hacía un minucioso
repaso sobre la el conflicto del Sahara Occidental hasta el presente.
A pesar de que para nosotros fue una semana
intensa en actividades dentro de la Universidad, hemos tenido tiempo, gracias a
la dedicación y generosidad de la profesora Michelle Hamilton, para ir a
visitar varios lugares interesantes. Fuimos al hermoso jardín de esculturas en
Minneapolis. Donde hay muchas esculturas de artistas locales. Pero la más
conocida, la que aparece en las postales y ya es un emblema de la ciudad:
“Spoonbridge and Cherry”, “El puente de
la cuchara y la cereza”. Estuvimos en un jardín botánico. En una casa y escuela
construida por los primeros colonos y una réplica de los tipis: casa cónica
hecha de corteza de árboles de la población originaria del lugar: Los
Dakota. Entre otros lugares más.
Asistimos al Festival Internacional de Cine de
ST. Paul y Minneapolis, donde se proyectó: “Hijos de la nube, la última
colonia”. Con presentación de Aminetu y Zunes y un coloquio al final de la
exhibición. El siguiente día hicimos un taller de poesía saharaui para
profesores de algunos institutos y de la Universidad de Minnesota.
Esta actividad terminó por redondear una
magnífica semana dedicada a la Causa Saharaui en el corazón de Minnesota.
Nieve, difíciles cafés con leche, jet lag, sí, pero la sensación cálida de que
la causa saharaui gana adeptos en los lugares más alejados del mundo.
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