Texto: de Mohamidi Fakla
Ilustración: Fadel Jalifa
Mujer liberadora
La luz se propagaba en la distancia, y en los ojos una verdad.
Mujer liberadora.
La frialdad desaparezca al
pronunciarse el verso de la razón.
Mas las flores no son más que puros engaños
de una primavera sin otoño.
Y las lágrimas ya no eran de cristal
ni tampoco se derritan perdidas en la sombra de la fragilidad.
Nuevas esperanzas.
Mujer liberadora.
Naciste para morir entre dos ríos,
aunque preferías que te tragaba la mar.
Hormigueo de dunas bajo tus pies descalzos,
desnudos con humildad.
Mujer liberadora.
Versos silenciados y dormidos.
Sórdidos recuerdos de pasiones inútiles,
pero también de voces inequívocas que murmuran,
diciendo tu nombre.
Mujer liberadora.
Eres el reto de la muerte con el velo y eres el colorido
que enjuagaba el sediento deseo nunca más vivido.
Mujer liberadora.
Melodía de pasiones de todos los tiempos;
vuelves y vienes envuelta en la brisa de los embates de los vientos.
Ya la mar se alejaba con sus olas de canas,
y el desierto abrazaba por su parte las arrugas de los años.
La noche se convierte en una lúcida estrella,
pero lo raro que lo oscuro aún persiste retenido en la nada,
locura perdida , donde se levantan sueños reciclados.
Mujer liberadora.
Al final de cada mirada se
descubre tu auténtico rostro
crepitando en las alturas,
mis manos y tus manos en un intento de apagar
las llamas del pasado.
Ríos, dunas y mares. Mujer liberadora.
Todo en silencio pretendido,
todo por tu canto pleno, y no
menguado.
Todo por la libertad conquistada. Mujer liberadora.
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