Texto: Mohamidi Mohamed Fakal-la, escritor,
poeta y periodista saharaui que escribe desde
los años ochenta en los campos de refugiados saharauis en Tinduf, sur de
Argelia.
De los pueblos emanan los milagros”,
legendario poema de Ahmedu Uld Abdelkader en recuerdo y condena a las masacres
del sionismo cometidas contra el pueblo palestino en Deir Yassin en 1948[1]. El
escritor saharaui rememora a través del verso de Uld Abdelkader esta triste
efemérides y dice que el pueblo saharaui en su lucha desde los años setenta
siempre se ha sentido identificado con este poema, que se recitaba y se cantaba
entre toda una generación. Uld Abdekader simpatizó con el Frente Polisario en
los años setenta en Nuakchott y conoció al lider saharaui Luali Mustafa a
través del desaparecido izquierdista saharaui Jalil Uld Sid Emhamed.
Me ha acompañado desde temprana edad cierta
motivación sentimental causada por un poema, que aún sigo recordando con
nostalgia, cuyos versos se pretendía mostrar con ellos cierta concientización
sobre situación acaecida en un momento concreto, donde se libró una batalla
desigual, marcada por la turbulenta
sinrazón de la ocupación y el deseo vehemente de los pueblos a la liberarse del
yugo colonial.
Desde entonces han pasado muchas cosas.
"De los pueblos emanan los milagros", contundente afirmación del
poeta mauritano, Ahmedu Uld Abdelkader, en un giro al verso con el que trazaba
la amplitud merecida al ancho titular en una aproximación fehaciente sobre el
valor y las inclemencias del sufrido pueblo palestino. Un referente con el que
se generalizaba el malestar que azotaba el mundo. En ese sentido, no se podría
soslayar cantautores, guitarristas y poetas, que se han destacado por su
activismo universalizado, en el que no faltaba esa canción de protesta social,
como un fenómeno convencional con el que evocaban esa libertad perdida, de la
talla de Marcel Jalifa, Joan Manuel Serrat, Bob Dylan, Mariam Makeba, Joan
Baez, Silvio Rodríguez y Víctor Jara, que hicieron del canto justiciero, otra
honda de David.
El izquierdista de los
"Kadihin[2]" mauritanos, escribió el fabuloso poema con esa intención
en la que no faltaría de hecho esa
compresión generalizada, solidaria y comprometida. Eran los umbrales de
los años sesenta del siglo pasado. En efecto, el autor fue Inspirado y dolorido
por los hechos de la masacre de Deir Yassin, donde más de un centenar de
palestinos fueron aniquilados en su propia aldea a manos de las milicias
sionistas, en la triste mañana del 9 de abril de 1948. De hecho, el dolor se
convirtió en un canto a la libertad, registrado en la memoria colectiva como un
homenaje póstumo en la distancia de un tiempo certero, elocuente y profundo.
Por ello, quedará escrito también en las lápidas de la historia como versificadas
palabras de un alegato con nota musical de un himno revolucionario. Y es
difícil no encontrar otros pueblos, más allá del palestino, que no han tenido
sus propios Deir Yassines, Guernicas, o
Zemlas, el humilde barrio saharaui que llevó también el signo de esas encarnizadas matanzas por el mero hecho de
haber reivindicado ante la administración colonial española en 1970 su derecho
a la libertad y la independencia.
في
الجماهير تكمن المعجزات ومن
الظلم تولد الحرياتُ
و
من الشعب في فلسطين قامت ثورة
الفتح يفتديها الأباةُ
(…)
De los pueblos emanan los milagros
y de las noches oscuras nace la
libertad.
La noche navega en las profundidades del
universo,
bordeada
por las espesas obscuridades.
Y
el amanecer emerge en las alturas
venciendo la calma de la brisa.
La crueldad despierta el sacrificio
consentido
por las generaciones .
Al-fatah, el pueblo palestino,
cundió en el alma a lo largo de dos
decenios,
enarbolando las palabras en un grito de
llamas,
que coronaban las silenciosas noches,
sacudidas por los bombardeos y la
pólvora.
mientras se dispersaba el eco coreando
las lamentaciones,
valor y
entrega.
Deir Yassin,
no hemos
olvidado nuestra sangre derramada,
a la luz de las miradas.
Deir Yassin, y cómo podemos olvidar las
cenizas
de los huesos azotados por el viento al
borde del abismo.
Nos hirieron las garras del tiempo,
la barbarie del ocupante,
y fuimos aturdidos por las lágrimas y la
tristeza,
pero persuadidos con la causa de nuestro
tiempo
en una Intifada revolucionaria, que no podrá retener las letalidades.
Somos un pueblo que ha sido crucificado
por las tragedias y la vigilia de los
reveses.
Habitamos el infierno sin percatarnos de
sus candentes llamas,
sólo nos dio mayor determinación y
firmeza.
Recibíamos el mártir con orgullo y
victoria,
y las víctimas son despedidos con
festejos.
Alzábamos el canto de muerte, y lo vemos
de por vida, la vida.
Cantamos hasta las heridas cantan.
De los pueblos emanan los milagros,
y de las noches oscuras nace la
libertad.
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[1] La masacre de Deir Yassin el asesinato de más de 120 civiles árabes palestinos,
por milicianos sionistas del Irgún y del Leji, cometida en la guerra Árabe
Israelí de 1948.
[2] Proletarios, izquierdistas mauritanos de los años sesenta y setenta.
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