Participar en el X Festival de Poesía de
Venezuela, ha sido, para mí, como saharaui y en
representación de mi país, todo un honor. Y la verdad es que ha sido una
experiencia hermosa y fecunda. A pesar del largo y agotador viaje:
Madrid-Frankfurt-Caracas y viceversa. Pero bien valió la pena.
Durante la semana que duró el festival, he
conocido a gente maravillosa y he tenido el inmenso placer de conversar con
grandes poetas a nivel humano y, por supuesto,
intelectual.
Desde el primer momento, uno se percata de
que en Venezuela hay una verdadera revolución cultural. No solo porque
participa en un evento de esa envergadura y calidad. No solo por la masiva
asistencia del público a los recitales. Sino, por el claro, decisivo y
estratégico apoyo del estado a la cultura en general y al fomento de la
lectura, en particular. Los precios de los libros son baratos, la calidad de
las ediciones digna. Hay muchos recursos del estado destinados a ese fin. Pero
lo mismo se puede decir de la música, del cine y de otras artes. Y se puede
decir de las misiones. Por ejemplo, la misión Vivienda, donde el estado tiene
proyectado construir 3 millones de viviendas hasta el 2018. Viviendas gratuitas
para los damnificados de inundaciones y gente de pocos recursos. Viviendas de
buena calidad, espaciosas, con tres habitaciones, completamente equipadas
¡hasta con ropa en los armarios! Para el resto de personas pueden adquirir las
viviendas a preciosos sociales, muy asequibles.
Pero volviendo al festival, me sorprendió
el entusiasmo de la gente por los recitales poéticos, donde había niños,
adolescentes, adultos y ancianos. Estuve en parroquias (barrios), como la
ecológica de Caracuao. Allí compartí un emotivo recital con poetas de Chile,
Estados Unidos, Cuba y algunos poetas locales. La asistencia fue numerosa y
entusiasta. Hubo un diálogo intenso con el público. Constaté el fervor de la
gente en todas las actividades en las que he estado.
Me imagino que no son muchos los que puedan
ir a un Colegio de Médicos, (como el del Estado de Miranda) y encontrar tanto
interés por la poesía. Pues allí, en compañía del embajador saharaui, Mohamed
Salem Daha, participé en un recital. En ese Colegio de médicos llevan 14 años
organizando una tertulia literaria.
Caracas es una ciudad caótica y con un
tráfico desquiciado y desquiciador. Pero, en la misma ciudad hay catorce museos
y todos son gratuitos. Pero el museo más sorprendente, el más grande, el más
dinámico y quizás más creativo, es el que hay en los muros y paredes de la
ciudad. O parte de la ciudad.
EL GRAFITI O EL DISCURSO INSURGENTE.
Mural y luces, es un libro editado en
Venezuela en 2010. Allí se explica todo el fenómeno del Grafiti, desde el punto
de vista, social, político, cultural y en sus páginas se contextualiza y se
hace un recorrido histórico de manera sencilla y amena. Este arte urbano que es
el grafiti es todo un movimiento, vivo y sorprendente, lleno de mensajes políticos,
pero también de expresiones artísticas, plásticas, y coloridas de de todo tipo.
El grafiti acampa en toda la geografía del
país, especialmente en la capital. Como explican los venezolanos, hay dos
Caracas: la del Este y Oeste. La del Este es la zona de los ricos y el oeste,
el de la clase trabajadora y humilde. Por eso muchos grafiteros reivindican la
Oestética donde se enmarca todo ese discurso insurgente. “El pueblo manso y
frívolo produce un arte conformista. El pueblo rebelde y bravío crea la oestética,
la estética del Oeste de Caracas”.
Allí van algunas pinceladas que aparecen
recogidas en el libro:
“Para nosotros el grafiti es un estilo de
vida, es una forma de expresión, es un medio de comunicación y es un arte
informal”.
“Nuestra intención es quitarle a los museos
el poder de administrar el arte y de ofrecerlo a una élite privilegiada.
Queremos que el arte sea para todos”.
“A mi me gusta tener en cuenta la comunidad
a la que llego. No busco vulnerar los espacios de la gente. Además, el arte de
la calle en Caracas, es un proceso popular incentivado por la gente de los
barrios”.
“Yo de chamo agarré el grafiti y nunca
agarré una pistola”.
Pero en los muros de la ciudad hay muchos
más.
Durante la semana del festival no parábamos
de ir de un lado a otro. Había un montón de actividades y uno deseaba poder
dispersarse para asistir a más de una al mismo tiempo. Se realizaron
conferencias, talleres literarios, exposiciones, poesía visual, teatro,
fotografía, pintura y muchas otras actividades. Se presentaron nuevos títulos
editados en Venezuela. Como “Poetas saharauis (Generación de la Amistad), libro
editado por El perro y la rana, Colección Poesía del Mundo serie Antologías. La
obra fue presentada en la Librería del Sur, por el embajador saharaui, Mohamed
Salem Daha y su homólogo argelino. Así como Elis Labrador por parte de la
editorial.
Venezuela es un hervidero de proyectos
culturales y de toda índole. Unos están naciendo, otros en marcha y muchos
otros en fase ya de consolidación. Un país que a pesar de la inestabilidad
política, sobre todo después de las últimas elecciones. A pesar de la escasez
de algunos productos (una escasez provocada, como arma política). A pesar de la
inflación y la devaluación del bolívar. A pesar de esas dificultades y muchas otras,
el ánimo en el país es de esperanza y optimismo. Un optimismo infundado porque
el gobierno y la mayoría del pueblo trabajan y se están movilizados para que el
proyecto de la revolución Bolivariana se consolide y siga beneficiando a los
más humildes y necesitados. Al pueblo en general.
El canto común en Venezuela es
construir un verdadero Estado de
Bienestar en todos los sentidos. Todo lo contrario de lo que se está haciendo en la Unión Europa.
Lo que está ocurriendo en Venezuela y otros
países de América Latina es poema
hermoso que se está escribiendo con mucha dignidad.
¿Se puede plagiar?
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