El patio de mi casa: Una mirada desde
adentro, bajo el tejado de zinc galvanizado. En ocasiones frío y en otras
candente, a lo largo de todo el año. El secreto consiste en que ahorre
estaciones a diferencia de otros lugares.
Pero arriba en la azotea nada ha cambiado.
En pleno sol de la mañana de octubre" juguetean" a lo instintivo, el
viejo gato huraño y las palomas migratorias de anillos de bronce en sus
patitas, enumeradas por algún estudioso del ciclo migratorio o por un anónimo
fascinado por los correos de antaño.
El "desconocimiento" de las
viajantes aves a estas tierras llorosas por agua de otros cielos. Me preocupa
considerablemente.
Pero por lo visto, las encuentro activas,
no ajenas a su mundo natural, sin preocupación ni descuido, rebuscando a su
manera las dispersadas migajas de maíz casi confundibles con los granitos de
nuestra tierra Sahariana, que invoca en silencio a los santos viajeros de todos
los confines.
Por cierto, es un juego contra natura que
peligra la vida de las inocentes palomas. Y por mucho que se ajusta el felino a
nuestra vida hogareña. Siembre habrá humano temeroso a sus garras, aunque sea
en los momentos de juego.
Mohamidi Fakal-la
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