domingo, agosto 18, 2013

En este día triste...

Parece que no me puedo escaquear y la letra tirana me apela en este día triste para muchas madres egipcias. Ojeo y leo, como de casualidad, las sinceras palabras de un viejo conocido de la infancia adolescencia víctima de la sanguinaria máquina de represión marroquí. Cita junio del ochenta en Aaiún, y en mi mente se reproduce abril del mismo año, ciento diez kilómetros más al norte, donde una nube de banderas patrias cubrieron durante horas las callejuelas y azoteas de cal y salitre del tullido puerto tarfayeño. Horas de orgullo y dignidad que parieron, fértiles como semillas VAR, años de terror y tortura bajo la mirada sádica del troglodita régimen alauita. Habla del Cuartel de Artillería, pues ese era su nombre en la época de España.
¿Y qué aiunés no lo conocía? Era la atracción ultra de los más pequeños y de los otros... ¿Qué aiunés merecedor del gentilicio y con los suficientes años en la mochila, no se acuerda de la tristona hiena con su sonrisa llorona de alimaña jubilada por papá desierto? ¿Quién osa denominarse aiunés, de los de antaño, sin haberse muerto de risa y seguir vivo para contarlo tras ver al chimpancé mandril cuartelero hacer de las suyas? Reconozco que era todo un manitas y, en parte, era el manitú del pequeño zoológico ubicado en tan singular lugar que, junto a su vecino Cine Las Dunas y durante años, alegró nuestros apacibles domingos hispanobeduinos que todo lo curan. Pero el destino, no se sabe por qué razones ocultas y vedadas para nosotros los humanos de acá, se presenta a veces trágico como sólo él sabe serlo y nos sonríe, colmillos sangrientos fuera -¡y quién lo desdentara de un cabezazo!-, con esa sonrisa que aquí llamamos amarilla. Y el lugar de nuestros sueños y sonrisas, donde las bocas y los ojos se abrían de asombro e incredulidad ante tan fascinante panorama zoológico, se convirtió, sin advertírnoslo y por arte de magia alauita, en el infierno de los infiernos. Devino traicioneramente nuestro Hades, donde bocas y ojos se abrían y saltaban del terror y el suplicio que tan genuinamente suministraban los sanguinolentos carniceros del régimen.
Doloroso recuerdo el que trajo a colación el amigo en un día como hoy, triste para muchas madres egipcias. Y hoy, esta mañana, un amigo venido de las tierras de Mari con quien compartí Hamada, Tripolitania y todas las lindezas y maldiciones de la vigésimo quinta promoción de "Animales y Búhos", me llamó precisamente desde otra ubicación aiunense entrañable: la entrada del Colegio La Paz. Cerca estuve del paro, cardíaco se entiende porque del otro uno siempre está cerca, si es que no está ya dentro, y me acordé de mi colega operado recientemente a corazón abierto. La Paz no es para menos, fue donde aprendimos lo básico y nos especializamos en mezclar e hibridar urbanismo y beduindad; donde vieron la luz nuestros primeros collage de multiculturalismo y tolerancia. Me alegré tanto por la ubicación de la llamada que incluso le largué a mi querido amigo, un amigo de verdad y no de fogueo, información reservada relativa a cierto secreto senegalés. Hoy también, y va la tercera referencia, hablo con una persona amiga de la vieja guardia que por fin cruzó el charco.
Mi sincero consejo ha sido salir a las calles aiunenses por fases; primero en pequeñas dosis de veinte a treinta minutos y volver corriendo a casa. Luego, ir aumentando la dosis hasta sentir que el corazón se va acostumbrando a la tortura visual y el cerebro va controlando el shock emocional causado por el conflicto insalvable entre recuerdos aiunenses de "Aquellos maravillosos años" y la dura, roja y rojiza realidad de la ocupación marroquí. Realidad que convirtió a nuestro querido zoológico del Cuartel de Artillería en el lúgubre y terrorífico torturadero PCCM. Ha pasado ya mucho tiempo, y éste, el tiempo, nos ablanda, nos convierte en plastilina, nos aplasta y acabamos siendo palestinizados en este día triste para muchas madres egipcias.
Larosi Haidar 

*Foto de Abdallahi Labraihmani: Junio 1980/ Presos en el ex-cuartel de la artillería española en El Aaiun, P.C.C.M. Este era el ex-cuartel de la artillería española en Aaiun, convertido en centro de reclusión e interrogatorio a saharauis por el estado marroquí. La mayoría de los desaparecidos de la ciudad de Aaiun y cercanías fallecieron en este cuartel bajo tortura. La música de este cuartel desde febrero 1980 hasta enero 1981 cuando fui trasladado dirección a los grandes campos de exterminio de Kalat Meguna y Agdez. Eran los gritos de tortura durante toda la noche. Siempre empezaban las torturas sobre las diez de la noche y terminaban a las seis de la mañana. Cuando por la noche oía algún Land-Rover acercarse marcha atrás a la sala de torturas era señal evidente de que alguien había muerto esa noche, a los pocos minutos lo sacaban envuelto en una manta y lo ponían en el vehiculo con la lona totalmente bajada. Solo ellos y Dios saben donde los enterraban. Este cuartel forma parte de la historia del terror saharaui.