*Intervención del escritor saharaui Ali Salem Iselmu en el encuentro de músicos saharauis celebrado el pasado 19 de enero en Vitoria.
La música y la poesía siempre han ido acompañadas de la mano,
cada una de ellas es una expresión de la otra, de hecho hay grandes poetas que
componen y cantan a la vez. El verdadero valor de un poema o de una canción,
siempre está en su belleza, profundidad y fortaleza a la hora de cautivarnos o
de acercarnos a una situación que algunas veces podemos sentir lejana. Pero es
en la capacidad de un poeta o un músico donde podemos encontrarnos un mundo, en
el que percibimos sus colores, sonidos y paisajes.
El Sáhara Occidental como país, y los saharauis como pueblo,
siempre han encontrado refugio en la música y poesía, es el lenguaje que
entienden y a través del cual han dialogado con el desierto, con su relieve, su
fauna y clima. En la poesía en hasania se encuentran las exquisitas letras que
han cantado muchos músicos, letras que describen la historia de los años de
lluvia, sequía, abundancia y escasez. Es en la música tradicional y el hikaia[1] donde uno
encuentra el manual histórico de la cultura nómada saharaui, que hoy lucha por
mantenerse viva frente a lo que ha supuesto el convertirse en minoría en su
propia tierra, con los festivales que organiza Marruecos en los territorios
ocupados intentando asimilar las raíces de la cultura bidan en el Sáhara
Occidental.
La música de protesta saharaui, surgida en unas circunstancias
excepcionales para denunciar la situación de exilio, ocupación y marginación
que sufren los saharauis, constituye hoy una herramienta de lucha frente a la
situación actual, porque su letra está cargada de canciones hacia la tierra,
hacia los años de guerra y la resistencia pacífica. Son temas que se abordan
desde el compromiso con unas ideas justas y legítimas que permitan al pueblo
saharaui ganar la batalla de la autodeterminación en su sentido territorial,
histórico y cultural.
La poesía en hasania que conocemos desde Chej Mohamed El Mami
hasta Badi constituye un elemento claramente diferenciador de otros pueblos;
sus versos cantan a los pozos, a las montañas, a las epopeyas. El hombre y la
mujer aparecen abordados de igual manera tanto si se trata de un acto de
heroísmo, de bondad o de amor; no obstante muchos poetas en los últimos años se
han inspirado en el sufrimiento de su pueblo para contribuir a la humanización
de la cultura saharaui intentando abrir nuevas fronteras literarias que den a
conocer mejor la cuestión del Sáhara Occidental.
Los pueblos cuando viven bajo el acoso y la represión, buscan
refugiarse en la música y la poesía. La Generación de La Amistad, un grupo de
poetas saharauis que ha escogido la lengua castellana para escribir sus versos
y denunciar la indiferencia y el silencio, busca en cada poema hacer presente
la historia de un niño, de una mujer, un hombre o un anciano que ha tenido que
nacer y morir en otra tierra, porque ha querido luchar por su libertad y la
libertad de su tierra, que la poesía y el poeta dignifican con sus palabras y
con su canto; la llevan a otro espacio para buscar en cada lector la mirada y
el sentimiento que llevan a la reflexión y el conocimiento de otras realidades.
En el largo exilio saharaui y a lo largo de más de treinta
años, la música y la poesía han hecho un largo recorrido por muchos rincones
del mundo; han articulado otra imagen, otra forma de acercar los saharauis, de
llevar su voz y palabra, para que otros cuando escuchen una canción u oigan
recitar un poema sabrán que existe un pueblo que quiere expresarse en absoluta
libertad y es en esa libertad donde la cultura saharaui siembra sus raíces.
Cuando los poetas se reúnen en una jaima y empieza a
escucharse en el fondo el inconfundible sonido de tidinit[2],
empiezan a intercambiarse los gifan[3],
pequeños versos construidos alrededor de un territorio como puede ser el Tiris
y sus galaba[4]. Allí se funden la poesía
y la música en un eterno abrazo que quiere arrancar todo lo que podemos sentir
y palpar de los ritmos y cantos inconfundibles del Sáhara.
LA CIUDAD ROBADA.
Un hombre,
cruzó de día y de noche
una enorme ría
vio gigantes y monstruos
y escuchó extraños ruidos,
agotado en su pequeña barca
llegó a la orilla
en busca de un sorbo de agua.
Unos hombres extraños le expulsaron
y al volver su vista hacia sus ojos
vio su ciudad
encontró el sueño robado
y decidió quedarse.
Las calles ya no eran las mismas,
las casas cambiaron de color
y ya no entendía las palabras
y de repente aquel hombre
se sintió un intruso
en su propia ciudad.
Volvió a mirar
el océano
en busca de una respuesta
y en su barca encontró
el misterio de la ciudad robada,
del sueño usurpado.
Un hombre volvió a su tierra.
Ali Salem Iselmu
[1] Recitación de poesía
[2] Instrumento básico en el
haul (música de saharauis y mauritanos). Es una especie de pequeño laúd con
caja de madera, sobre la que se estira una piel. Posee cuatro cuerdas y el
mástil es muy rudimentario. La tocan los hombres.
[3] Plural de gaf: verso
[4] Plural de galf, que
significa en hasania montaña o corazón
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