Por Bahia MH Awah, antropólogo y escritor
Este articulo lo escribí en 2015 a raíz de
un congreso sobre el: El afro-hispanismo en África, África en el
afro-hispanismo”, celebrado en la Universidad de Guelph, Ontario, Canadá.
Evento académico en el que participé con una ponencia sobre el legado
lingüístico español en el Sahara Occidental. Una ocasión que me llevó a conocer a dos profesoras africanas a las que en este artículo comento mi
relación con ellas, pero retomando antecedentes de la historia anticolonial de
los pueblos africanos y sus dirigentes dinosaurios de la descolonización y
procesos de liberación nacionales.
Pasados tres años desde entonces volví a
releer ese artículo y me pareció de suma actualidad para compartirlo con los
lectores y volver la mirada hacia África y su compromiso con la lucha del
pueblo saharaui. Siguiendo estos días el impacto humano del flujo de exiliados
que van huyendo con sus tragedias empujados por la guerra en el Medio Oriente y
en el cuerno de África, reflexioné sobre dos temas, la condición “exilio” y el
compromiso de los pueblos africanos con el pueblo saharaui. Esta última
reflexión se basa en un mensaje y una foto que recibí de unos amigos
universitarios gaboneses en el que me ratificaban su compromiso con la lucha
del pueblo saharaui, siendo Gabón un país que aún está en la vieja y reaccionaria
órbita marroquí, pero no a sus intelectuales que al poder siempre le dijeron
sus errores. La palabra exilio es una expresión que nuestra humanidad ha
introducido en su jerga de poder para definir a los que fuimos ilegalmente
expulsados y desposeídos de nuestro hogar y nuestra tierra. No siendo esta
expresión, exilio, más que la acepción que define el fracaso y la incapacidad
de liderazgo de los poderes que dirigen nuestro mundo. A estos seres humanos
que van huyendo de la muerte, y que me han hecho revivir mis pasos de niño en
mi éxodo de 1975 buscando cobijo, les hago transmitir mi profunda solidaridad y
sentir humano. Y decirles que los que nos causan desestabilización obrando por
sus intereses capitalistas en nuestras tierras, no nos ganarán a pesar de sus
estrategias geopolíticas.
¡Humanidad!, ¿ante estos dramas, adónde nos
refugiamos los desposeídos y desterrados? Los pueblos expulsados de sus tierras
nos hemos convertido en literatura. Y hacemos esta literatura cuando hablamos
de nuestras luchas y las consecuencias que nos acarrea. Nuestros recuerdos son
igual que los del primer mundo, tras vivir la I y II Guerras Mundiales, la
esencia de la muerte y la destrucción, el iniciar el éxodo hacia un lugar
seguro. Esas son las amargas vivencias que el Primer Mundo experimentó, que
debería de lección magistral para no volver a caer ni dejar de sentir humanidad
ante semejantes injusticias.
En marzo de 2013 participé en el “Congreso
Internacional Virtual: El afro-hispanismo en África, África en el afro-hispanismo”.
Un evento académico internacional organizado por las universidades de Guelph,
Ontario (Canadá), y la universidad de Ghana. El encuentro me posibilitó
conocer varios académicos del mundo
universitario de África, Latinoamérica y Europa; fue un sugestivo encuentro
sumamente fructuoso en su dimensión humana y académica, con el propósito de
abrir camino hacia un mundo afro hispano sin fronteras. En ese congreso conocí
a dos magníficas profesoras, la ghanesa canadiense,
Dorothy Wellington, una de las organizadoras y docente en la universidad de
Guelph y la ponente gabonesa Veronique Okome, profesora de Conferencias Lengua
y Cultura del Mundo Hispanófono y Directora del Centro Africanista de Estudios
del Mundo Hispano Luso de la Ecole Normale Supérieure de la Universidad de
Gabón.
Al haber vivido y experimentado el éxodo en
mi huida hacia el exilio, he leído mucho sobre este fenómeno. Recuerdo una cita
del escritor sueco Henning Mankell en la que decía “Nuestras organizaciones en
el exilio han sido una especie de sustituto de las ciudades y los pueblos que
nos vimos obligados a abandonar”. Y aquí no quiero pensar en aislados guetos,
más bien en organizaciones de comunidades, asociaciones de escritores,
culturales y de derechos humanos, brazos armados de muchas causas justas en
nuestro mundo.
El caso nuestro, los saharauis desde
siempre hemos llevado a África en el corazón, porque sin su cultura tan
arraigada entre nosotros y el pensamiento de sus históricos lideres contra el
dominio colonial, como Patrice Lumumba, Luali Mustafa, Oliver Tombo, Kwame Nkrumah, Nelson Mandela,
Houari Boumediene, Julius Nyerere, Amílcar Cabral, Agostinho Nheto, Robert Mugabe, Sam Nujoma, no nos
hubiera sido posible encarnar el ideal anticolonial y sublevarnos contra todos
sus múltiples tentáculos contra los que aún seguimos luchando, como último
pueblo de África que padece esta lacra de ocupación extranjera y dominio
neocolonial.
En los años setenta, siendo niño, inicié mi
éxodo huyendo de la guerra, lo que más adelante hizo que entendiera con
claridad esa terrible condición del destierro y el exilio y sobre la que decía
Luis Leante, premio Alfaguara 2007, amigo y prologador de “El sueño de volver”:
“No conozco una palabra más terrible que “exiliado” para referirse a la
condición de una persona”. Recuerdo que en el internado donde estuvimos cientos
de niños en el norte de Argelia tarareábamos una canción revolucionaria
saharaui de aquellos años que decía: “Nuestra causa es africana y esta tierra
del Sahara está invadida”. ¿Era entonces un mensaje a África, la cuna de nuestra
humanidad? Con esta canción yo entendía que estaría despojado de mi hogar pero
me encontraba bien acogido por África, por lo que no sentía que estuviéramos
solos. Posiblemente sin este pensamiento que adquirí con mi generación y a una
edad muy temprana, no me hubiera sido fácil identificar la buena suerte que
nuestra lucha adquirió al ser apoyada por los pueblos africanos.
En el año 1998 el ghanés Kofi Anan,
entonces Secretario General de la ONU, visitó
los campamentos de refugiados saharauis. Recuerdo una pancarta colgada
frente una jaima negra tradicional saharaui que decía: “Kofi, África needs
you”, y esa África indudablemente también es el Sahara Occidental. Nuestro
sentir por el africanismo nos mueve como nos lleva el ritmo de tambor africano
que está latente en nuestro ser. Ante los ojos de los africanos nuestra lucha,
la de los saharauis, es la del pueblo palestino ante el mundo árabe. En 2014
tuve la suerte de conocer en persona y escuchar al histórico líder sudafricano
del ANC, Andrew Mlangeni, compañero de celda de Nelson Mandela, cuando este
visitó los campamentos de refugiados saharauis durante el XII FISahara,
dedicado a Mandela. En un mitin se dirigió a la población con estas palabras,
propias de un líder que arenga a sus seguidores a ganar su lucha: “Veo muchos
periodistas y fotógrafos en este tipo de eventos, pero nunca lo vemos luego
reflejado en los medios” y más tarde sentenció: “Los saharauis han de estar muy
agradecidos a Argelia por haberles dejado este lugar; como nosotros agradecimos
a Tanzania que nos dejara un cachito de jungla desde donde pudimos organizar
nuestra lucha (…) Los saharauis conquistarán su libertad, y si no ellos, sus
hijos”. Palabras de compromiso que reflejan el sentir de toda África hacia la
causa saharaui. También conmemoró esa batalla de la historia que libraron
muchos pueblos africanos ante el dominio colonial, y recordó su exilio en
Tanzania: “Allí pudimos cortar árboles para hacer casas y sembrar comida para
sobrevivir, pero los saharauis están en este lugar de mucha dureza y
sufrimiento y sin embargo han sabido sobrevivir”. Sí, es cierto que hemos
resistido y continuado porque África está ahí presente con nosotros.
Creo mucho en el poder de hacer muchos
frentes, de una literatura que emana del compromiso más que la destructora
expresión de las armas, sea como fuera su resultado final. Aunque esta
indeseable vía bélica, muchas veces es el único lenguaje que les queda a los
pueblos para derrotar a la injusticia. El poder inmaterial de la literatura en
todas sus facetas es uno de los lenguajes ante el que inevitablemente
sucumbirán los que nos echaron y nos sometieron a esta condición de exiliados,
desterrados y refugiados. Durante el inicio de la invasión marroquí al
territorio saharaui en 1975, un periodista de habla inglesa preguntaba al
entonces rey marroquí Hasan II cómo reaccionaría el monarca si los saharauis
tomaran las armas contra la “Marcha Verde”. El déspota respondió, vacío de
sentimientos humanos y subestimándonos: “¡Nos los comeremos!”. Tres décadas
fuimos indigestos para él, y ya lleva otra padeciendo su hijo nuestra
determinación. Nadie podrá someternos.
En la Ecole Normale Superieure, ENS de la
Universidad de Gabón, tengo amigos gaboneses a quienes su profesora de
filología española, Veronique, les introdujo en su plan de estudio la
literatura saharaui escrita en español y adquirió algunos de mis libros, como
“El sueño de volver”, obra en la que repaso la historia de aquella irrepetible
generación anticolonial del 73 saharaui; “La maestra que me enseñó en una tabla
de madera”, libro dedicado a mi madre y maestra Jadiyetu, y “El porvenir del
español en el Sahara Occidental”. A través de la red pude desarrollar varios
encuentros virtuales con estos estudiantes que me llevaron a recordar cómo en
las universidades de las metrópolis y colonias de aquellos años se formaron
carismáticos dirigentes africanos de los años sesenta y cómo espolearon la
conciencia de sus pueblos y se sublevaron contra el colonialismo y sus
doctrinas. Este verano recibí un correo de mi amiga la profesora Veronique en
el que me informaba que venía a Madrid para impartir una conferencia en la
Universidad de verano en el Escorial sobre la Cultura y Sociedad africana, a la
vez que me confesaba que traía una carta de sus alumnos que habían leído mis
libros.
Una vez más percibí que los saharauis
tenemos ganada nuestra causa y que estos pueblos no nos van a fallar en nuestra
lucha, que se acerca a su final. La carta no ha podido ser más cercana y
original, era una foto de los estudiantes posando frente a su centro
universitario, y en el dorso me dejaban el siguiente mensaje: “¡Hola hermano
Bahia! Nosotros estudiantes de la E.N.S de Gabón le saludamos con respeto. Su
obra maestra “El sueño de volver” nos ha encantado. La causa saharaui que
defiende es nuestra. Quizás un día más pronto se realice, por la gracia de
Dios. Saludos cordiales”.
Al respecto prometí responder a estos
amigos y hermanos africanos de nuestra causa de forma abierta y para ello me he
basado en aquellos antecedentes históricos que en los años sesenta
protagonizaron otros jóvenes como ellos en todo el continente africano, hechos
que he podido absorber de niño y otros sacados del libro “El largo camino hacia
la libertad”, la autobiografía de Nelson Mandela. Estoy seguro que estos
estudiantes gaboneses no van a defraudar el compromiso de sus antecesores y
para ello me valgo de este proverbio saharaui que reza: “traicionar el
compromiso está en manos de quien en casa se ha quedado”.
Y aquí hago mío el pensamiento y lo
traslado a todos los mundos universitarios africanos y sobre todo a los que
fueron colonias francesas y les recuerdo que el Sahara Occidental está
registrado en el Comité de Descolonización de los 24 de la ONU como uno de los
16 territorios no autónomos que faltan por descolonizar en el mundo y el único
en África. Sed fieles ante el compromiso con vuestro hermano pueblo saharaui
por el que un día la Historia os juzgará. El valor humano de los pueblos en
cualquier balanza que se pese, caerá siempre a favor de la razón como el
presentimiento y muestra de apoyo que hicieron en su carta estos compatriotas
gaboneses cuando me decían “Quizás un día muy pronto se realice” el sueño del
pueblo saharaui. Y esta lucha queridos amigos es un amor que quien lo haya
probado lo sabe. Dios mediante, en este compromiso con el pueblo saharaui y la
historia de nuestras luchas nos dejó muchos ejemplos como esta cita de la
despedida de Lumumba a su esposa Pauline y a los pueblo africanos que escribió
en 1961 dos semanas antes de ser asesinado: “La historia dirá un día su
palabra, pero no será la historia que se enseñe en Bruselas, en París, en
Washington o en las Naciones Unidas: será la que se enseñe en los países
liberados del colonialismo y de sus títeres. África escribirá su propia historia,
de gloria y de dignidad, al norte y al sur del Sahara”.
Nota:
leyendo las imágenes de derecha a izquierda. Luali Mustafa Sayed, líder fundador del Frente Polisario, Patrice Lumumba líder anticolonialista y nacionalista congolés, Nelson Mandela (Madiba), Houari Boumediene anticolonial y expresidente de Argelia, Agostinho Nheto expresidente de Angola, Amílcar Cabral dirigente revolucionario de Guinea portuguesa, Cabo Verde y Guinea Bisáu, Mahfud Ali Beiba histórico del Polisario, Julius Nyerere, Robert Mugabe, Mohamed Sidi Brahim Basiri nacionalista y anticolonial saharaui, Sam Nujoma lider de Namibia, Kwame Nkrumah líder político de la independencia de Ghana, político y
filósofo panafricanista, Mohamed Abdelaziz histórico líder del Frente Polisario y expresidente de la República Saharaui y el Capitán Thomás Sankara líder anticolonial y expresidente de Burkina Faso, antiguo Alto Volta.
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