sábado, diciembre 27, 2008

Heidi, la maestra



Heidi, se llamaba la maestra que nos daba clases, era amable y cariñosa con todos. La noche antes del examen nos estuvo haciendo un repaso de las hermanas y las primas de las posibles preguntas del examen, pues nosotros éramos un grupo de treinta y ocho niños saharauis que cursábamos estudios de primaria en una escuela de un pueblo de Habana Campo.


Después de terminar el repaso y haberse ido la maestra, algún listillo o estúpido, qué sé yo, se le ocurrió decirnos a los treinta y ocho que la buena de Heidi, nuestra maestra - en complicidad con el director -nos han soplado preguntas del examen y que nosotros como saharauis no podíamos tolerar eso, dijo además, que lo hacían solo para probarnos a ver si aceptamos. Estuvimos varias horas hablando de ello. Las opiniones estaban muy divididas, unos decían que eso había que decírselo al director, y otros decían que no, que eso era una tontería, ( yo quería aprobar y no me importaba cómo, y tenía ganas de decir que por qué no nos calláramos y nos fuéramos a dormir y dejar las cosas como estaban, pero no tuve el valor de decírselo allí ante todos) pero si a mí me daba igual, para nada les daba igual a otros que estaban dispuestos a llevar el caso a donde sea. Tuvimos que votar y como casi siempre, ganaron los más radicales, aunque con una diferencia mínima.


El lunes varios de los chicos fueron a hablar con el director Valdemoro y le dijeron: “Nosotros los saharauis no queremos aprobar así, si creen que nos van a pillar de esa manera pues ten seguro que no caeremos en esa trampa”.


- ¿De qué hablan?, les preguntó el director.


- De Heidi, la maestra, nos sopló las preguntas del examen.


El director mandó llamar urgentemente a Heidi, ella dijo que no era verdad, que jamás se le ocurriría semejante disparate y allí mismo en el despacho del director empezó a llorar. Los treinta y ocho niños nos dimos cuenta del error y empezamos a abrazarla y a llorar con ella cuando nos enteramos que iban a echarla de la escuela.


Limam Boisha.

1 comentario:

Ángel de Olavide dijo...

Tremenda historia, que diría un cubano.
El cruce de culturas, el juego de los liderazgos, la ignorancia infantil, el rumor y un final lleno de humanidad.
A veces la realidad supera la mejor fantasía literaria.
Felicidades

Angel