domingo, septiembre 10, 2006

El día del cese el fuego en Ajshash

Una muestra de un centenar de comandos, decenas de carros y blindados de combate BMP de la Segunda Región Militar y un despliegue de misiles antiaéreos, la élite y joya del ejército saharaui, tan temidos por Marruecos, se encontraban formados en Ajshash ese día 6 de septiembre de 1991, hace ya 15 años. El ministro saharaui para la defensa, Mohamed Lamin Buhali, pasaba revista.

Se acondicionó para la ocasión un pequeño círculo donde se daría una breve alocución del ministro, quien habló con contundencia de la voluntad de los saharauis para alcanzar la paz y el fin de la guerra a través del libre ejercicio de su derecho a la libertad y la construcción de su estado libre y soberano sobre todo el territorio del Sahara Occidental.

Finalizó la palabra y acto seguido decenas de comandos armados con fusiles automáticos kalashinkov se adelantaban uno por uno hacia el centro de aquel círculo que se delimitó con piedras, orientaron las bocas de sus AKM y con una ráfaga descargaron sus balas, muriendo en el infinito cielo de Ajshash, zona de Tifariti donde se realizó ese acto de entrada en vigor de cese el fuego.

Ráfagas y ráfagas hasta que se descargaron todos aquellos fusiles que ese día pedían sólo la paz. Tras ese acto cartuchos y fusiles se depositaron uno sobre el otro en señal de dejar las armas, como acto de buena voluntad. Más tarde el ministro de defensa convocaba una rueda de prensa a la que no pude asistir ese día, pero se trataba de la entrada en vigor del único acuerdo de las cláusulas de Houston que se pudo llevar a la práctica, el cese el fuego y la entrada de los cascos azules de Naciones Unidas.

Lo recuerdo emocionado, tenía puestos mis cascos operando una emisora de radio, estaban grabando y presenciando el acto periodistas de todo el mundo, entre ellos la famosísima corresponsal de France International Carmen Bader, la periodista que reportó todos los conflictos armados del continente africano y otros, como prensa argelina, creo que no había prensa española.

Algunos de los militares y prensa estaban muy emocionados, era un acto que simbolizaba el inicio de una nueva etapa de paz, aunque los saharauis seguían desconfiando conociendo a su enemigo, pero ya que se daba esa ocasión para la paz, pues bienvenida, sobre todo si podía conducir a no más muertes y sufrimiento para el pueblo saharaui y para el pobre pueblo marroquí.

Lo anécdotico de todo eso, era que pocos días después de esa fecha, 6 de septiembre de 1991, entraban hacia la zona controlada por el gobierno saharaui los cascos azules de Naciones Unidas, equipados de viejos vehículos Land Rover con matrícula marroquí facilitados por el ejercito alauita; la indignación de los militares saharauis fue enorme e incluso puso en peligro la vida de los propios observadores. Algunos se quedaron averiados, otros se perdieron por caminos equivocados y no sabían como llegar al punto que se les indicó, donde les esperaban los militares saharuis.
Nada más llegaron a Tifariti, en el primer contacto con los dirigentes militares saharauis, se les exigió de inmediato que retiraran todas las matrículas marroquíes que llevaban los vehículos.

Recuerdo que escribí en el tronco de una acacia, donde solíamos pasar el día bajo su sombra, “Bienvenidos emisarios de paz”. Estaba tan seguro que algo estaba cambiando en el panorama del conflicto y que aquello era el preámbulo de finiquitar para siempre la ocupación marroquí al territorio. Precisamente, el día del 15 aniversario de la entrada en vigor del alto el fuego diplomáticos españoles de Naciones Unidas alertaban de la posibilidad de que los saharauis volvieran a retomar las armas si no avanza el proceso para solucionar el conflicto.

Hoy, quince años más tarde, me doy cuenta que me equivoqué en mi optimismo, la paz también se puede imponer legalmente con la armas como se ha hecho en Kuwait o en el Líbano.

Bahia Mahmud Awah

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