Por: Bahia M.H Awah
Años de exilio en Occidente, viendo
trascurrir un irreversible tiempo que siempre se va apresurado con sus muy
medidas y largas zancadas, sin detenerse para mirar hacia atrás y fijarse en
los injustos pasos por la vida de muchas personas desplazadas de sus hogares y
entorno geográfico, que es nuestro caso, el de los saharauis. Cada año ese am[1],
indistintamente, recoge sus enseres para mudarse de su viejo y ya seco y
desusado mrah[2], y se marcha en busca de nuevos aires y tiempos de
buena bonanza, como si siguiera por intuición el pensamiento del erudito y
poeta tirseño Mohamed Uld Tolba: “Tiris, tres camellas lecheras, un macho en
celo, tres noches de acampada y a la siguiente debes mudarte”.
El 2013 se acaba de mudar de lmrah, y le
hemos catalogado en nuestro anuario tradicional como: am eshida[3] .
Este ha sido el primer año que me ha hecho pensar días antes de dejarnos, en
cómo despedirlo y recibir el nuevo am. Y siendo la Nochevieja una extraña en la
vida de los saharauis, como lo es el conocimiento de nuestro año de nacimiento,
para mi propósito hice una regresión al pasado, a la tierra del sur saharaui,
Villa Cisneros, actual ciudad peninsular de Dajla. Y repasé aquella gastronomía
descubierta por mí siendo en los años setenta un curioso niño de la badia
tirseña. El espíritu del fin de año y su celebración occidental me contagió y
lo primero que pensé para celebrarlo fue una liza, nosotros la llamábamos tagaua,
o una corvina que preparaba mi hermana mayor en el Sahara. Un pez muy conocido
y codiciado entre los que hemos vivido en los núcleos urbanos costeros
saharauis de la época colonial. La llamábamos curvina4, un pez perteneciente a
la familia de los esciénidos, con un gran parecido a la lubina, pero de
características diferentes, que se pescaba en altamar y en la bahía de Dajla.
Mi hermana Nana preparaba ese exquisito
plato en los años setenta, cuando vivía en el antiguo barrio villacisnerense de
Akseiquisat, Los tamices. El abandono español al territorio sin cumplir con su
descolonización en 1975, le privó de ver este pez, y mucho menos de tener la
suerte de volver a probarlo. Pensé en ella la Nochevieja y en muchos de su
generación, y lo celebré con una buena corvina preparada al horno, como ella lo
hacía y con los ingredientes que usaba para su presentación. También recordé a
Ahmed el Rubio, que necesita hoy más que nunca ese plato debido a su diabetes,
y le mandé un mensaje a los campos de refugiados saharauis para decirle:
“Querido Ahmed, anoche la mejor manera de celebrar el nuevo año la hemos hecho
pensando en vosotros, preparando una curvina, como homenaje a todos los
que la habéis dejado de probar durante todos estos años de exilio desde que
fuimos desalojados de nuestras casas…”.
En esta Nochevieja los recuerdos a la
tierra y a todo ese cercano y lejano periodo de la infancia, me trasladaron a
evocar varios veranos de los años setenta, cuando dejaba a mi pueblo natal y me
iba a casa de mi hermana Nana en la península de Villa Cisneros. La corvina es
un pez que puntualmente aparece cuando las aguas se presentan más cálidas de lo
normal, característica de las aguas de la bahía de Dajla, El Aargub y La Güera.
Y buscando referencias mitológicas sobre este pez, del que se dice que desprende
un halo de cierto misterio, encontré similitud en leyendas que se cuentan sobre
él con narraciones sobre el cazador saharaui en el desierto. Entre los
pescadores existen múltiples relatos sobre imponentes corvinas que entraban de
improviso al cebo que el pescador tenía preparado para clavar algún róbalo;
relatos en los que casi siempre ganaba el pez, burlando con su potencia los
frustrados intentos del hombre por pescarla.
Y esta leyenda me ilusionó por si algo así
pudiera suceder con los pescadores marroquíes y españoles que saquean y
expolian ilegalmente las riquezas usurpadas a los saharauis. En las mitológicas
leyendas saharauis, el pastor cuando caza o cuida su ganado nunca menciona el
nombre del chacal por si burla su atención y le trae mala suerte, tan solo
puede referirse a él como Ba Amhamed. Una analogía que hemos observado en los
términos del ilegal acuerdo de pesca Unión Europea-Marruecos, que evita a toda
costa mencionar las aguas del Sahara Occidental. No sé cómo los
europarlamentarios piensan que van a minimizar el daño a los saharauis,
esquivando mencionar el Sahara Occidental. Mi deseo para este año es que la
corvina saharaui burle las furtivas y expoliadoras redes de arrastre y hacerles
que por la justicia tiemblen sus ensangrentadas manos y las retiren de nuestros
peces. Vendrán otras Nocheviejas en las que inevitablemente se abrirán las
puertas de la razón, como dijo en los años veinte el poeta y guerrero Edjil Uld
Sidi Baba a los mauritanos que luchaban al lado de ejército colonial francés
contra los saharauis: (…) el dilema está en el futuro, / y es mejor el perdón a
tiempo / antes de que se cierren / las puertas de la misericordia.
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1. Año en hasania
2. Lugar de pasto en el desierto donde las familias nómadas saharauis
pasaban un tiempo mientras se agotaban los pastos, para luego ir en busca de
otro sitio nuevo, con pastos y agua para la familia y el ganado.
3. Am eshida, se dice al año de mucha sequía y hambruna en la sociedad
saharaui.
4. Corvina, en hasania curvina, palabra arrastrada del español al
registro saharaui en hasania.
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