Cumplidos cuarenta días de la desaparición
física de Mohamed Abdelaziz, líder del frente Polisario y presidente de la
República Saharaui, igualmente seis años atrás abandonó este mundo otro
responsable de la organización y el estado, Mahfud Ali Beiba, y más tarde
falleció otra figura política que su nombre se había identificado con el
proceso independentista de nuestro pueblo, El Jalil Sid' Emhamed.
La lista de los que ofrendaron su juventud,
el tiempo, la comodidad y hasta la vida en aras de la causa, sería imponible
nombrarlos aquí con nombre y apellido. Muchos de ellos eran conocidos en la
esfera Nacional e internacional. Sin embargo, otros se habían ido sin ser
reconocidos tanto aquí como allá, pero se fueron con la firme convicción y la
nuestra que vivieron de manera sencilla, audaz y honorable. Vinieron humildes y
Se habían marchado en absoluto silencio. Algunos de ellos por su corta edad y
entrega a la causa, ni siquiera reivindicaron la vida. Eran muchos, pero con
vuestro permiso, me agradecería citar algunos ejemplos de estos hombres
desconocidos. Hablar de todos ellos es imposible, porque eran demasiados: de
diferentes edades, de diferentes rangos, de diferentes batallas, de múltiples
altitudes, colores, del norte, del sur y del centro del país. Hombres y mujeres
que sus nombres aparezcan escritos en lápidas de martirio: Lehlaui,
Abderrahman, Aljafed, Cristián, Buyema, Lualy, Moulud, Baha, Suleiman, Mahmud,
Brahim, Luchaá, Mabruk, Sidahmdat, Basiri, Talebbuya, Munina, Salka, Fatma...
Todos emprendieron el viaje de no retorno, pero con la convicción absoluta de
que la obra de los saharauis será algún día concretizada por todo un pueblo,
erguidos sus pies sobre la tierra como frondosos árboles que alientan la vida.
Con el permiso de nuestro amigo Néstor
Suleiman, con su pluma queremos homenajear a nuestros desaparecidos, no con
ofrendas florales, ni himnos fúnebres, ni lágrimas ni con retratos gigantes.
Queremos decirles adiós, a lo simple, a lo humilde, a lo natural, a lo que nos
hace a nosotros más humanos y saber reflexionar sobre el inevitable e
inesperado viaje del fin de una etapa. Suleiman se refería a este viaje de
manera breve, concisa y objetiva en su fascinante relato El tren de la vida. Os
invito a subir el tren de Néstor Suleiman y recordarles que tengan prudencia en
este largo viaje.
El tren de la vida.
"La vida es como un viaje en un
tren, con sus estaciones, sus cambios de vías, sin accidentes. Al nacer nos
subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, y creemos que siempre
viajarán a nuestro lado, pero en algunas estaciones ellos se bajarán dejándonos
en el viaje a solas. De la misma forma se subirán otras personas serán
significativas: nuestros hermanos, amigos, hijos y hasta el amor de nuestra vida.
Muchos viajarán y dejarán un vacío permanente.
Otros pasan desapercibidos que ni nos damos cuenta que desocuparon sus
asientos. Este viaje estará lleno de alegría, tristeza, fantasías, esperas y
despedidas. El éxito consiste en tener buenas relaciones con todos los
pasajeros, en dar lo mejor de nosotros. El gran misterio para todos, es que no
sabemos en que estación nos bajaremos, por eso, debemos vivir de la mejor
manera, amar, perdonar, ofrecer lo mejor de nosotros...así, cuando llegue el
momento de desembarcar y quede nuestro asiento vacío, dejemos bonitos recuerdos
a los que continúan viajando en el tren de la vida. Te deseo que el viaje en tu
tren sea mejor cada día cosechando éxitos... Ah, les doy las gracias por ser
pasajero de mi tren".
M.M.Fakal-la
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