Foto: Blog de Chejdan Mahmud |
El imponente atuendo de hombres y mujeres
saharauis no hay que verlo con tanta simpleza que se encierra en el toque y
colorido, únicamente, ni tampoco como un modo de vestir tradicionalmente
reservado a momentos festivos.
En efecto, detrás de los ' extravagantes'
trajes que hoy vislumbramos con mucha lucidez tanto en el hogar, mercado, oficinas,
en puertos y en aeropuertos. De hecho, se esconde con sencillez todo un ideal,
una idiosincrasia que representan el simbolismo de una sociedad que emanan sus
raíces de una cohesión étnica, religiosa y social, bien definida
geográficamente. Con esta máxima se eleva todo un contexto Nacional y racional en
torno a unos valores heredados ancestralmente.
Estos nobles cimientos continúan conservados
en el seno de la sociedad con cierto celo particular. Y con un aperturismo cara
al medio circundante y a la vez tolerante. Gracias en primer término a la
erudita enseñanza oral beduina presente con ahínco en el entorno familiar y que
refuta categóricamente todo desliz que no honra al ser dentro del conjunto
social. Por muy simple que ese hecho parezca anodino.
Este entendimiento bien valorado a lo
interno se establezca como uno de los parámetros sociales a través de los
cuales se identifica con ello potencialmente el acervo cultural que encuentra
en los colores un modo de vivacidad.
Es verdad que algunas civilizaciones se
difieren de otras en este sentido a causa de sus particularidades políticas,
culturales y económicas.
Los colores negro, blanco y azul celeste,
identifican claramente la vestimenta tradicional saharaui. Estos colores y
coloridos representan por igual una elección al tejido que podría ser de lino o
de algodón, en un clima hostil que impone sus propias reglas. El nativo está llamado
a refugiarse y parapetarse a fin de no perecer en el silencio de la soledad.
La sobretúnica o como se conoce localmente darraá.
Esta vestimenta reservada a hombres, suele ser igualmente de color blanco o
azul, amplia, ligera y refrescante. Acompañada de zerual, pantalón, y en
ocasiones se compagina con chabadur, camisola larga y estrecha de mangas
largas. Para cubrirse del sol y el siroco se utiliza el alzam o
turbante, completando el original traje de los hombres del desierto. El alzam
mayoritariamente es de color negro y el más célebre es el de nila de
tinte azul añil.
Por su parte, la mujer cubre su cuerpo con
la melhfa con una elegancia preponderante. Combinando colores de negro
pasando por blanco hasta el azul. Pero el más tradicional y apreciado es la melhfa
de nila, de ese color azul añil. Es destacable que en toda esta alusión
predomina una presencia religiosa, ambiental, económica y cultural. Finalmente
es de señalar que los cambios experimentados por la población en las últimas
décadas, han introducido toda una gama de colores en el diseño de las melhfa
de mujeres de todas las edades. Quizá este nuevo rumbo es motivado por las
importaciones a gran escala del mercado asiático y en concreto el de China y el
de Cachemira.
M.M.Fakal-la
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