El recuerdo que tengo del primer libro
que tuvo mi madre en su juventud, siempre lo he asociado a mi relación con la
literatura; el espíritu que me ha llevado estos años a estar presente en la
Feria del Libro de Madrid. Y recordando esta historia, mi madre pudo conseguir
su primer libro por un trueque que su padre hizo con un mercader de libros que
transitaba sobre el lomo de su camello entre los frig de los nómadas en los
años cincuenta. El precio por la adquisición de ese primer libro de mi madre fue
un nuevo turbante nesbeisa, por un libro de poesía preislámica y uno del
Corán.
En esta edición del 2014, el pasado
domingo 1 de junio estuve en el stand de Casa Árabe; pasé tres horas en
compañía de Beatriz, encargada de gestiones de publicaciones y la librería
Belqís de Casa Árabe, y Sara. Fueron horas pasadas en grata compañía, impregnadas
del inconfundible olor de los libros. Nos encontrábamos envueltos en una gran
oleada de gente, fluyendo en la única arteria que atraviesa el corredor de la
feria en ese pulmón verde que es el Parque del Retiro. En compañía de familiares
y amigos pasé gratos momentos firmando mis dos libros, ‘El sueño de volver’ y ‘La maestra que me enseñó en una tabla de
madera’. También me acompañaba mi editora, Carmen Ruiz Bravo, quien amablemente
como siempre se acercó para saludarme y felicitarme por estar de nuevo este año
en ese importante evento cultural en el que todo escritor sueña con estar alguna
vez.
Y partiendo del espíritu de aquel primer
libro que obtuvo mi madre, preferí como los otros años estar presente con mi darraá
azul, y mi camisa y pantalones saharauis. Mi propósito siempre que la visto en
un evento literario es homenajear a mi madre, la maestra que me enseñó en una
tabla de madera y cultivó en mi corazón el amor por el verso saharaui y su
cultura. También la llevo para hacer gala de mi cultura e identidad saharaui en
una ciudad cosmopolita como es Madrid. Muchos visitantes que seguían su ruta en
la principal calle de la feria, atraídos por mi indumentaria, se detenían ante la
caseta número 10, donde me encontraban enfundado en mi darraá, se paraban
y sacaban sus cámaras. Algunos se acercaban por curiosidad, fijándose en la
gran variedad libros expuestos, ojeaban, comentaban, preguntaban, compraban, en
ese clásico ritual de toda feria del libro. Como anécdota, una niña pequeña,
sorprendida por mi aspecto, preguntó a su madre: “¿qué es lo que hace ese
señor”. La posible respuesta de la madre, que no pude captar, imagino que fue
algo así como: “es un escritor extranjero que lleva la ropa tradicional de su
país”.
Entre firmas, dedicatorias y charlas con
varias personas que compraron los libros, la historia del Sahara Occidental vertebró
el diálogo que cobraba vida mientras yo escribía la dedicatoria y conversaba
con los lectores. Firmaba casi siempre: “Desde el corazón saharaui, con cariño
y admiración, Madrid 01/06/2014, Bahia MH Awah”. Desde esta reflexión, mis
agradecimientos a todos aquellos amables lectores que adquirieron los libros por
su interés en la historia y cultura del pueblo saharaui.
Mi gratitud y amor por aquellos amigos
que siempre me han acompañado en este evento, en especial el piloto, su
admirable familia, los profesores de antropología y por supuesto al poeta nacional
saharaui Bunana Uld Buseif que este día participó por primera vez en una feria
del libro y sintió el ajetreo de cómo se vive este tipo de eventos en
occidente.
Bahia Mahmud Awah
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