Aquel año los animales pasaban hambre en los montes de Auserd, no sé por qué razón, ya que es una región de montañas y vegetación suficiente para dar vida a los conejos, lagartos y muchos roedores como el jerbo y otros animales que habitan estas cordilleras.
Pero cuentan mis tíos que aquel año, al anochecer, los habitantes del pueblo no podían salir solos entre las jaimas porque les atacaban los chacales y los lobos si llevaban alimentos.
Robaban la comida, tiraban del fuego las cazuelas, las vertían y comían los guisos, atacaban los rebaños de día y de noche. Los pastores vigilaban su ganado todo el día sin perderlo de vista. Y de noche cuando encerraban los rebaños en sus zribas[1] montaban mundaf[2] entorno al recinto para matar a los chacales más atrevidos que habían perdido el miedo a los hombres y atacaban de forma abierta a los rebaños sin temor alguno, porque estaban hambrientos aunque no entendiéramos el por qué, algunos expertos beduinos decían que era producto de la superpoblación que estaba causando un desequilibrio en la naturaleza.
Eso fue en 1964, yo tenía cuatro años y mi familia vivía en unas jaimas cerca del cuartel militar de Auserd. Había muy poca población, casi no llegaban a cincuenta jaimas en todo el pueblo. Era verano y, debido al calor, desde las primeras horas de la tarde las familias sacaban sus esteras y alfombras fuera de las jaimas y ahí se refrescaban hasta la hora de la cena, que era cuando entraban para cenar y dormir.
Nuestra jaima estaba junto a la de mis tíos maternos y otros vecinos, primeros habitantes de Auserd. Esa noche nos dejaron dormidos a mi prima y a mí sobre las esteras de fuera, mientras que mi madre y mis tías y tíos entraron a cenar. De repente escucharon el grito de un niño y salieron disparados hacia donde estábamos, entonces vieron que un chacal llevaba mi prima Badra agarrada por el cuello y la estaba asfixiando mientras huía hacia el monte.
Mis tíos lo alcanzaron y el chacal la soltó, por fortuna no pasó nada a la pequeña. Sí se llevó un tremendo susto y una herida que se le ha quedado como una cicatriz en el cuello hasta hoy día. A ese año lo llamaron los habitantes del pueblo Am Ediab, el año de los chacales.
Aún hoy yo me pregunto qué le pasaba a los chacales justamente en ese año, no encuentro respuesta alguna, tal vez sintieron que el hombre estaba invadiendo su entorno y aquellos ataques eran una forma de defensa, o querían arrebatar la comida del hombre invasor del entorno natural o simplemente su instinto de fieras les dictara que buscaran cómo sobrevivir en aquella mala racha de hambre. Al menos dejó para la historia un nombre beduino para el año 1964, Am Diab, el año de los chacales de Auserd.
Pero cuentan mis tíos que aquel año, al anochecer, los habitantes del pueblo no podían salir solos entre las jaimas porque les atacaban los chacales y los lobos si llevaban alimentos.
Robaban la comida, tiraban del fuego las cazuelas, las vertían y comían los guisos, atacaban los rebaños de día y de noche. Los pastores vigilaban su ganado todo el día sin perderlo de vista. Y de noche cuando encerraban los rebaños en sus zribas[1] montaban mundaf[2] entorno al recinto para matar a los chacales más atrevidos que habían perdido el miedo a los hombres y atacaban de forma abierta a los rebaños sin temor alguno, porque estaban hambrientos aunque no entendiéramos el por qué, algunos expertos beduinos decían que era producto de la superpoblación que estaba causando un desequilibrio en la naturaleza.
Eso fue en 1964, yo tenía cuatro años y mi familia vivía en unas jaimas cerca del cuartel militar de Auserd. Había muy poca población, casi no llegaban a cincuenta jaimas en todo el pueblo. Era verano y, debido al calor, desde las primeras horas de la tarde las familias sacaban sus esteras y alfombras fuera de las jaimas y ahí se refrescaban hasta la hora de la cena, que era cuando entraban para cenar y dormir.
Nuestra jaima estaba junto a la de mis tíos maternos y otros vecinos, primeros habitantes de Auserd. Esa noche nos dejaron dormidos a mi prima y a mí sobre las esteras de fuera, mientras que mi madre y mis tías y tíos entraron a cenar. De repente escucharon el grito de un niño y salieron disparados hacia donde estábamos, entonces vieron que un chacal llevaba mi prima Badra agarrada por el cuello y la estaba asfixiando mientras huía hacia el monte.
Mis tíos lo alcanzaron y el chacal la soltó, por fortuna no pasó nada a la pequeña. Sí se llevó un tremendo susto y una herida que se le ha quedado como una cicatriz en el cuello hasta hoy día. A ese año lo llamaron los habitantes del pueblo Am Ediab, el año de los chacales.
Aún hoy yo me pregunto qué le pasaba a los chacales justamente en ese año, no encuentro respuesta alguna, tal vez sintieron que el hombre estaba invadiendo su entorno y aquellos ataques eran una forma de defensa, o querían arrebatar la comida del hombre invasor del entorno natural o simplemente su instinto de fieras les dictara que buscaran cómo sobrevivir en aquella mala racha de hambre. Al menos dejó para la historia un nombre beduino para el año 1964, Am Diab, el año de los chacales de Auserd.
Bahia Mahmud Awah
1 comentario:
Me he alegrado tanto al saber que eres de Auserd, que los recuerdos de un militar forzoso,han sobrevenido al pensar que tu pudieras ser alguno de esos niños que tantas veces vi jugar y corretear por entre las jaimas, en las que tomaba te con mi amigo Sue y su familia.era cabo de intendencia,haciámos el pan en 1969.Aprendí algo del pueblo saharaui, que nunca olvidaré:solidarida y amistad.
Un abrazo de alguién que lleva tu tierra en el corazón.
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