Al principio el homenaje me resultaba difícil y hasta llegué a imaginarlo imposible debido a la escasez de información seria y fidedigna para escribir sobre aquellos jóvenes que estudiaron en los primeros años de aquel auge colonial español en el territorio. Pero la tarea me la tracé como una meta y empecé a contactar con quienes estimé que podrían recordar aquella época después de transcurridos más de 30 años.
La idea venía rondando mi cabeza buen tiempo, pero no sabía cómo arrancar sin referencia y empezar a carburar la materia. Entonces pensé que Bujari Ahmed podría darme pistas, me decidí a escribirle un correo electrónico; pero resultó que justo en esos momentos estaba enfrascado en otras preocupaciones de sus tareas diplomáticas por lo que opté por escribirle en otra ocasión mas propicia. Lo intenté entonces con otros jóvenes de aquella generación.
Escribí a Bazoca en México, y me dio pistas sobre otros, me recomendó que preguntara a Mohamed Ali Ali Salem y Brahim Mojtar Ali, entre otros. Mohamed Ali, el poeta, y Mohamidi Fakal-la, que envía puntualmente relatos sobre aquella época, me proporcionaron valiosa información. Además, reflexionando sobre todo esto, me acordé que mi amigo Sidi Saleh Tayeb vivió esa etapa al formar parte de aquella juventud, así que no le di más vueltas y me acerqué a la delegación saharaui en el barrio de Lavapies, donde me recibió en su despacho.
Allí estuvimos conversando, sin que faltara el ilustre compañero de la conversación saharaui, el té verde, alrededor de una hora y media. A pesar de no ser suficiente tiempo para recoger la información y procesarla, aproveché cualquier detalle que me pareció relevante. En la charla aparecieron muchos nombres que yo no conocía, otros sí me eran conocidos. Pero mi intención era ir más a fondo y precisar datos de algunos personajes que me servirían para realizar mi propósito con minuciosidad y documentarme acerca de la vida de cada uno. Insistí en recabar datos sobre Bujari Ahmed, El Hanafi Mohamed Chej, Brahim Mojtar Ali, Moulud Said, Ozman Habib Kentaui y Bol-la Ahmed Zein, entre otros.
Hice hincapié sobre estos nombres por el nivel y formación que adquirieron en aquellas circunstancias. Me pareció importante tomarlos como punta del iceberg en toda esta temática. Debo reconocer que Sidi Saleh o “Buyemin” como yo lo llamo cariñosamente, demostró en nuestra entrevista una buena memoria de aquel período colonial, teniendo en cuenta que pasaron muchos años desde entonces para retener y especificar detalles en algunos casos.
Enfrascado en la tarea llegó el momento de presentar mi libro “Versos refugiados” en Casa de África, era el día 14 de diciembre de 2007, día de San Juan de la Cruz, patrón de los poetas, como me comentó mi amiga la escritora Ana Rossetti, fecha que no podría ser más alentadora para darme buena suerte y sorpresas.
El día anterior había llamado a un gran amigo del pueblo saharaui, Javier Perote, para que asistiera a la presentación del libro y en nuestra conversación saltó el tema de una revista que yo tenía anotada para buscar en la Biblioteca Nacional, me la recomendaron ya que en ella tal vez se podría encontrar trabajos sobre ese grupo de estudiantes. Entonces Javier me comentó que no me preocupara porque él tenía esa revista, y con ella me prestaría además una selección del Semanario de la Provincia que se editaba aquellos años en El Aaiun. Se trataba de una recopilación de varios números del periódico que recogía temas selectos de la vida de la población en los años cincuenta, sesenta y setenta.
El hallazgo era de incalculable valor para mi trabajo, y me sirvió de catalizador para dar comienzo a un homenaje que no esperaba más y que brotaba de mi corazón desde que empecé a escribir en el exilio.
Y sin más preámbulo emprendí la lectura de la revista Irifi, del Instituto General Alonso de El Aaiun, tomando como primer paso estas líneas del prólogo de la revista, en las que se dejaba claro el cometido de la edición en la ex provincia española Sahara Occidental: “(…) que en su primer número fue un mensaje del desierto y que en su segunda edición pretendió ser un envío que el Instituto Mixto de Bachillerato de El Aaiun hace a otros alumnos y a otros centros”.
Me enfrasqué en su lectura en el metro, en mis horas de descanso en el trabajo y en casa, viajando por tren y de tanta alegría que me daba la información se me empezaban a mezclar las averiguaciones, pero a la segunda lectura ya estaba asimilando los apartados y los autores de los trabajos literarios que aparecían en sus gastadas y grisáceas hojas. En estas líneas se dejaba entender qué trabajos contenía la revista “los amaneceres del Sahara, su flora y su fauna, poéticas leyendas y cuentos que corren de boca en boca, verso y prosa, periplos por el desierto, todo un mundo real, pero lleno de encanto y de poesía, desfilan en esas páginas escritas por los alumnos en las clases o enviados por los que han sido y están hoy en facultades universitarias o en escuelas especiales”.
Indudablemente esos jóvenes sin saberlo estaban progresando para ser el motor de la metamorfosis de un cuerpo que produciría la conciencia nacional saharaui y las aspiraciones de la futura nación.
Subrayé en la revisa Irifi unos párrafos de un artículo escrito por Bujari Ahmed cuando cursaba el tercer año de Derecho en 1972, y mantenía su colaboración con la revista del instituto; aún no había nacido el Polisario en aquellos años “(…) solamente la juventud que va a las escuelas, a los institutos o a las universidades, puede tener conciencia de su misión. Se necesita una juventud que tenga las manos desatadas, pues no se puede trabajar en una obra de arte con una camisa de fuerza”. Este planteamiento dejaba entrever hasta qué nivel llegaba la conciencia que poseían esos jóvenes en aquellos años y coyunturas; estaban maduros para enfocar sus ideas en pleno auge colonial y no estar aislados de la fiebre de emancipación que disfrutaban los países africanos y asiáticos que lograron su independencia de las potencias occidentales en los años 60, y de las revoluciones que surgieron en latinoamérica.
Ya había señalado anteriormente lo difícil que me resultó al inicio el trabajo, pero la frase de Bujari me ayudó mucho “no se puede trabajar en una obra de arte con una camisa de fuerza”, la revista, el Semanario de la Provincia y los contactos que hice rompieron las barreras y me adentré en la historia de esa brillante generación de la que apenas se conoce su esplendida trayectoria.
Recogí nombres de los alumnos saharauis que escribían relatos y poesía en la revista, curso 1971-1972 en El Aaiun, como Bujari Ahmed, ex alumno y estudiante de 3º de Derecho; Chej Ramdan Nas, estudiante de 6º y residente en el Colegio Menor; Lehbib Braica Brahim, del consejo de redacción de Irifi; Brahim Mojtar Ali Buyema, alumno de COU; Buyema Masaud Embarec, estudiante de 1º de Filosofía y Letras; Ahmed Mohamed Mulay Ali; Malainin Mohamed Ahmed, estudiante de 6º curso; Ahmed Salec Caid Saleh, Sleiman Ramdan y Ahmed Fal Mohamed, de éstos tres últimos no hay referencia de sus estudios en la revista; Malainin El Hach Embarec, de 5º de letras. Algunos de ellos formaban parte del consejo de redacción como Lehbib Breica, Chej Ramdan Nas, Ozman Habib Kentaui, junto a estudiantes españoles y profesores del Instituto General Alonso de El Aaiun.
Para no alargarme en este homenaje he recogido de forma muy breve parte de sus trabajos literarios que aparecían publicados en la revista. Sin restar ninguna importancia a ello, sería muy adecuado abordarlo como tema de investigación y análisis en próximos proyectos de estudio, ya que es un fondo muy importante para trasladar con más detenimiento e información a las actuales y futuras generaciones.
Malainin El Hach Embarec escribía “a veces me pregunto por qué se tienen deseos que no se pueden realizar, por qué el alma aspira a tanto y luego se encuentra con tan poco”, pasaje de un artículo aparecido en Irifi en una edición de 1972 y titulado “Falta de ilusión”.
Brahim Mojtar Buyema dedicaba esta reflexión a la mítica ciudad de Smara, destruida en parte y quemada su biblioteca por las tropas meharistas del coronel francés Mouret en 1913. “Mientras estos sueños me envolvían, el Sol desaparecía en poniente y sus rayos dibujaban mil formas caprichosas entre los arcos de la piedra negra de la mezquita en ruinas”.
Buyema Masaud Embarec recogía en un artículo publicado con título “Mustafa, el diablo y la nube”, un cuento sobre la voluntad de dios en el desierto. “Mustafa, humano al final, estaba ya apunto de decidirse a vender su alma al diablo por un poco de agua, mientras luchaba heroicamente en su interior. En el horizonte comenzó a llover. ¡Gracias, Dios, gracias! – murmura Mustafa -. El desconocido, vencido por Alá, se aleja con la cabeza baja, mientras un trueno retumba”.
Bujari Ahmed Barical-la, dedicaba un amplio trabajo de dos columnas publicado en aquellos últimos años de presencia española al “Cambio de vida en el Sahara”, centrado en el rol que debería desempeñar la juventud saharaui de la época: “Este ideal está limpiamente enfasado con la juventud; una juventud que se desvincula de todos los prejuicios del pasado que no son útiles, y es más, son un freno para ese ideal”.
Chej Ramdan Nas, en alusión a la unidad y en cerrar filas entorno a un ideal saharaui sin fisuras y por la paz, reflexionaba “aportad vuestro esfuerzo para el logro de un mundo mejor donde haya paz y amor, justicia y comprensión”. Lo escribía en “Carta a mis compañeros saharauis” publicada en la revista del Instituto de El Aaiun 1972.
Quisiera constatar que aparecen muchos trabajos colectivos realizados por otros jóvenes de esa misma generación sobre la fauna y flora, y es el ejemplo de Ahmed Fal Mohamed, Habib Kentaui, Sleiman Ramdan y Mohamed Saleh El Bachir. Este trabajo emerge explicado en una nota de redacción como dirigido y supervisado por el profesor encargado de la cátedra de ciencias naturales, don José Luis Marco Bueno.
Muchos de esos jóvenes seguro que se acordarán de Carmen Gómez Juste, ex alumna del Instituto, que en aquel entonces cursaba 4º de Económicas y 2º de Periodismo. Me detuve para leer minuciosamente una carta de despedida que escribía a El Aaiun, el joven moreno, inteligente y simpático que llenaba su corazón y que abandonaba aunque no era ese su deseo.
He querido destacar algunas líneas que me parecen un homenaje a aquellos jóvenes, recuerdo para muchas chicas y chicos españoles que compartieron pupitres y recreos en los patios de colegios, institutos, facultades, un mundo mezclado de amor, amistad y complicidad que se vivió intensamente por muchos y muchas en aquellos últimos años de presencia de la metrópoli en el territorio. Carmen escribía: “Querido Aaiun: son las últimas horas que estoy contigo. Últimas por ahora. Quiero volver. Siempre sueño con volver. Pero siempre vuelvo más tarde de lo que yo querría. Quiero pensar como si no me fuera. Y, sin embargo me voy. Y no quiero. Me voy y me detengo en cualquier lugar para sentir tu sol. Me gusta cuando me quema”. Seguro que Carmen sentía en su propia carne la ya preparada traición de sus conciudadanos.
Lamento no haber podido hasta ahora encontrar algún trabajo de El Hanafi Mohamed Chej y Bol-la Ahmed Zein. No me doy por vencido en la búsqueda. Me consta que El Hanafi estudió en el mismo instituto, pasando luego a la universidad, se matriculó en la Faculta de Biología en Madrid. Miembro fundador de la Unión de estudiantes saharauis con varios de estos jóvenes en 1974, fue una gran promesa pero el destino le tenía reservado otro fin, caer por la causa con la que estaba comprometida esta brillante generación. Hanafi murió en 1976 dejando un gran recuerdo entre todos sus condiscípulos.
Bol-la estudiaba en Dajla, antiguo Villa Cisneros, cursó la carrera de Medicina en la península y fue Ministro de Sanidad en el primer gobierno saharaui; cayó donando su sangre para salvar a los heridos de los bombardeos marroquíes a la población del campamento de Um Draiga en 1976.
Muchas dignas historias protagonizaron aquellos estudiantes años más tarde. Algunos formaron parte del Movimiento de Basiri en el año 1970, que luego sirvió como embrión para el nacimiento del Frente Polisario. Otros cayeron luchando en los primeros años contra la invasión mauritano marroquí del territorio. Otros más son hoy carismáticos dirigentes y diplomáticos que siguen luchando por los mismos ideales y principios que abrazaron en aquellos años de estudiantes.
La idea venía rondando mi cabeza buen tiempo, pero no sabía cómo arrancar sin referencia y empezar a carburar la materia. Entonces pensé que Bujari Ahmed podría darme pistas, me decidí a escribirle un correo electrónico; pero resultó que justo en esos momentos estaba enfrascado en otras preocupaciones de sus tareas diplomáticas por lo que opté por escribirle en otra ocasión mas propicia. Lo intenté entonces con otros jóvenes de aquella generación.
Escribí a Bazoca en México, y me dio pistas sobre otros, me recomendó que preguntara a Mohamed Ali Ali Salem y Brahim Mojtar Ali, entre otros. Mohamed Ali, el poeta, y Mohamidi Fakal-la, que envía puntualmente relatos sobre aquella época, me proporcionaron valiosa información. Además, reflexionando sobre todo esto, me acordé que mi amigo Sidi Saleh Tayeb vivió esa etapa al formar parte de aquella juventud, así que no le di más vueltas y me acerqué a la delegación saharaui en el barrio de Lavapies, donde me recibió en su despacho.
Allí estuvimos conversando, sin que faltara el ilustre compañero de la conversación saharaui, el té verde, alrededor de una hora y media. A pesar de no ser suficiente tiempo para recoger la información y procesarla, aproveché cualquier detalle que me pareció relevante. En la charla aparecieron muchos nombres que yo no conocía, otros sí me eran conocidos. Pero mi intención era ir más a fondo y precisar datos de algunos personajes que me servirían para realizar mi propósito con minuciosidad y documentarme acerca de la vida de cada uno. Insistí en recabar datos sobre Bujari Ahmed, El Hanafi Mohamed Chej, Brahim Mojtar Ali, Moulud Said, Ozman Habib Kentaui y Bol-la Ahmed Zein, entre otros.
Hice hincapié sobre estos nombres por el nivel y formación que adquirieron en aquellas circunstancias. Me pareció importante tomarlos como punta del iceberg en toda esta temática. Debo reconocer que Sidi Saleh o “Buyemin” como yo lo llamo cariñosamente, demostró en nuestra entrevista una buena memoria de aquel período colonial, teniendo en cuenta que pasaron muchos años desde entonces para retener y especificar detalles en algunos casos.
Enfrascado en la tarea llegó el momento de presentar mi libro “Versos refugiados” en Casa de África, era el día 14 de diciembre de 2007, día de San Juan de la Cruz, patrón de los poetas, como me comentó mi amiga la escritora Ana Rossetti, fecha que no podría ser más alentadora para darme buena suerte y sorpresas.
El día anterior había llamado a un gran amigo del pueblo saharaui, Javier Perote, para que asistiera a la presentación del libro y en nuestra conversación saltó el tema de una revista que yo tenía anotada para buscar en la Biblioteca Nacional, me la recomendaron ya que en ella tal vez se podría encontrar trabajos sobre ese grupo de estudiantes. Entonces Javier me comentó que no me preocupara porque él tenía esa revista, y con ella me prestaría además una selección del Semanario de la Provincia que se editaba aquellos años en El Aaiun. Se trataba de una recopilación de varios números del periódico que recogía temas selectos de la vida de la población en los años cincuenta, sesenta y setenta.
El hallazgo era de incalculable valor para mi trabajo, y me sirvió de catalizador para dar comienzo a un homenaje que no esperaba más y que brotaba de mi corazón desde que empecé a escribir en el exilio.
Y sin más preámbulo emprendí la lectura de la revista Irifi, del Instituto General Alonso de El Aaiun, tomando como primer paso estas líneas del prólogo de la revista, en las que se dejaba claro el cometido de la edición en la ex provincia española Sahara Occidental: “(…) que en su primer número fue un mensaje del desierto y que en su segunda edición pretendió ser un envío que el Instituto Mixto de Bachillerato de El Aaiun hace a otros alumnos y a otros centros”.
Me enfrasqué en su lectura en el metro, en mis horas de descanso en el trabajo y en casa, viajando por tren y de tanta alegría que me daba la información se me empezaban a mezclar las averiguaciones, pero a la segunda lectura ya estaba asimilando los apartados y los autores de los trabajos literarios que aparecían en sus gastadas y grisáceas hojas. En estas líneas se dejaba entender qué trabajos contenía la revista “los amaneceres del Sahara, su flora y su fauna, poéticas leyendas y cuentos que corren de boca en boca, verso y prosa, periplos por el desierto, todo un mundo real, pero lleno de encanto y de poesía, desfilan en esas páginas escritas por los alumnos en las clases o enviados por los que han sido y están hoy en facultades universitarias o en escuelas especiales”.
Indudablemente esos jóvenes sin saberlo estaban progresando para ser el motor de la metamorfosis de un cuerpo que produciría la conciencia nacional saharaui y las aspiraciones de la futura nación.
Subrayé en la revisa Irifi unos párrafos de un artículo escrito por Bujari Ahmed cuando cursaba el tercer año de Derecho en 1972, y mantenía su colaboración con la revista del instituto; aún no había nacido el Polisario en aquellos años “(…) solamente la juventud que va a las escuelas, a los institutos o a las universidades, puede tener conciencia de su misión. Se necesita una juventud que tenga las manos desatadas, pues no se puede trabajar en una obra de arte con una camisa de fuerza”. Este planteamiento dejaba entrever hasta qué nivel llegaba la conciencia que poseían esos jóvenes en aquellos años y coyunturas; estaban maduros para enfocar sus ideas en pleno auge colonial y no estar aislados de la fiebre de emancipación que disfrutaban los países africanos y asiáticos que lograron su independencia de las potencias occidentales en los años 60, y de las revoluciones que surgieron en latinoamérica.
Ya había señalado anteriormente lo difícil que me resultó al inicio el trabajo, pero la frase de Bujari me ayudó mucho “no se puede trabajar en una obra de arte con una camisa de fuerza”, la revista, el Semanario de la Provincia y los contactos que hice rompieron las barreras y me adentré en la historia de esa brillante generación de la que apenas se conoce su esplendida trayectoria.
Recogí nombres de los alumnos saharauis que escribían relatos y poesía en la revista, curso 1971-1972 en El Aaiun, como Bujari Ahmed, ex alumno y estudiante de 3º de Derecho; Chej Ramdan Nas, estudiante de 6º y residente en el Colegio Menor; Lehbib Braica Brahim, del consejo de redacción de Irifi; Brahim Mojtar Ali Buyema, alumno de COU; Buyema Masaud Embarec, estudiante de 1º de Filosofía y Letras; Ahmed Mohamed Mulay Ali; Malainin Mohamed Ahmed, estudiante de 6º curso; Ahmed Salec Caid Saleh, Sleiman Ramdan y Ahmed Fal Mohamed, de éstos tres últimos no hay referencia de sus estudios en la revista; Malainin El Hach Embarec, de 5º de letras. Algunos de ellos formaban parte del consejo de redacción como Lehbib Breica, Chej Ramdan Nas, Ozman Habib Kentaui, junto a estudiantes españoles y profesores del Instituto General Alonso de El Aaiun.
Para no alargarme en este homenaje he recogido de forma muy breve parte de sus trabajos literarios que aparecían publicados en la revista. Sin restar ninguna importancia a ello, sería muy adecuado abordarlo como tema de investigación y análisis en próximos proyectos de estudio, ya que es un fondo muy importante para trasladar con más detenimiento e información a las actuales y futuras generaciones.
Malainin El Hach Embarec escribía “a veces me pregunto por qué se tienen deseos que no se pueden realizar, por qué el alma aspira a tanto y luego se encuentra con tan poco”, pasaje de un artículo aparecido en Irifi en una edición de 1972 y titulado “Falta de ilusión”.
Brahim Mojtar Buyema dedicaba esta reflexión a la mítica ciudad de Smara, destruida en parte y quemada su biblioteca por las tropas meharistas del coronel francés Mouret en 1913. “Mientras estos sueños me envolvían, el Sol desaparecía en poniente y sus rayos dibujaban mil formas caprichosas entre los arcos de la piedra negra de la mezquita en ruinas”.
Buyema Masaud Embarec recogía en un artículo publicado con título “Mustafa, el diablo y la nube”, un cuento sobre la voluntad de dios en el desierto. “Mustafa, humano al final, estaba ya apunto de decidirse a vender su alma al diablo por un poco de agua, mientras luchaba heroicamente en su interior. En el horizonte comenzó a llover. ¡Gracias, Dios, gracias! – murmura Mustafa -. El desconocido, vencido por Alá, se aleja con la cabeza baja, mientras un trueno retumba”.
Bujari Ahmed Barical-la, dedicaba un amplio trabajo de dos columnas publicado en aquellos últimos años de presencia española al “Cambio de vida en el Sahara”, centrado en el rol que debería desempeñar la juventud saharaui de la época: “Este ideal está limpiamente enfasado con la juventud; una juventud que se desvincula de todos los prejuicios del pasado que no son útiles, y es más, son un freno para ese ideal”.
Chej Ramdan Nas, en alusión a la unidad y en cerrar filas entorno a un ideal saharaui sin fisuras y por la paz, reflexionaba “aportad vuestro esfuerzo para el logro de un mundo mejor donde haya paz y amor, justicia y comprensión”. Lo escribía en “Carta a mis compañeros saharauis” publicada en la revista del Instituto de El Aaiun 1972.
Quisiera constatar que aparecen muchos trabajos colectivos realizados por otros jóvenes de esa misma generación sobre la fauna y flora, y es el ejemplo de Ahmed Fal Mohamed, Habib Kentaui, Sleiman Ramdan y Mohamed Saleh El Bachir. Este trabajo emerge explicado en una nota de redacción como dirigido y supervisado por el profesor encargado de la cátedra de ciencias naturales, don José Luis Marco Bueno.
Muchos de esos jóvenes seguro que se acordarán de Carmen Gómez Juste, ex alumna del Instituto, que en aquel entonces cursaba 4º de Económicas y 2º de Periodismo. Me detuve para leer minuciosamente una carta de despedida que escribía a El Aaiun, el joven moreno, inteligente y simpático que llenaba su corazón y que abandonaba aunque no era ese su deseo.
He querido destacar algunas líneas que me parecen un homenaje a aquellos jóvenes, recuerdo para muchas chicas y chicos españoles que compartieron pupitres y recreos en los patios de colegios, institutos, facultades, un mundo mezclado de amor, amistad y complicidad que se vivió intensamente por muchos y muchas en aquellos últimos años de presencia de la metrópoli en el territorio. Carmen escribía: “Querido Aaiun: son las últimas horas que estoy contigo. Últimas por ahora. Quiero volver. Siempre sueño con volver. Pero siempre vuelvo más tarde de lo que yo querría. Quiero pensar como si no me fuera. Y, sin embargo me voy. Y no quiero. Me voy y me detengo en cualquier lugar para sentir tu sol. Me gusta cuando me quema”. Seguro que Carmen sentía en su propia carne la ya preparada traición de sus conciudadanos.
Lamento no haber podido hasta ahora encontrar algún trabajo de El Hanafi Mohamed Chej y Bol-la Ahmed Zein. No me doy por vencido en la búsqueda. Me consta que El Hanafi estudió en el mismo instituto, pasando luego a la universidad, se matriculó en la Faculta de Biología en Madrid. Miembro fundador de la Unión de estudiantes saharauis con varios de estos jóvenes en 1974, fue una gran promesa pero el destino le tenía reservado otro fin, caer por la causa con la que estaba comprometida esta brillante generación. Hanafi murió en 1976 dejando un gran recuerdo entre todos sus condiscípulos.
Bol-la estudiaba en Dajla, antiguo Villa Cisneros, cursó la carrera de Medicina en la península y fue Ministro de Sanidad en el primer gobierno saharaui; cayó donando su sangre para salvar a los heridos de los bombardeos marroquíes a la población del campamento de Um Draiga en 1976.
Muchas dignas historias protagonizaron aquellos estudiantes años más tarde. Algunos formaron parte del Movimiento de Basiri en el año 1970, que luego sirvió como embrión para el nacimiento del Frente Polisario. Otros cayeron luchando en los primeros años contra la invasión mauritano marroquí del territorio. Otros más son hoy carismáticos dirigentes y diplomáticos que siguen luchando por los mismos ideales y principios que abrazaron en aquellos años de estudiantes.
Bahia Mahmud Awah
*Ilustración: nº 11 Revista Irifi (Curso 1971-72)
8 comentarios:
Estimado Wah!!
Ante todo feliz año 2008!!
No hay nada mejor cuando uno tiene insomnio que leer articulos tan interesantes. la verdad querido wah me ha emocionado muchisimo el articulo, la historia de estos hombres es nuestra historia y es bueno saber de ellos, de su juventud, sus preocupaciones, sus anegdotas, sus ilusiones etc....
no quiero olvidarme de tus trabajos y los de todos tus compañeros de la generacion de amistad OS FELICITO POR TODO.
UN FUERTE ABRAZO.
JARRACHI.
Estimado Bahia.
He leido con mucho detenimiento y emociòn tu formidable articulo sobre la juventud de los años 60. Recordar es vivir y gracias por hacernos vivir nuevamente un capitulo de nuestra historia.
Te animo a que sigas indagando en el tema, hay personas que han vivido aquella epoca y hay aspectos interesantes a parte de lo polìtico tambien esta la cuestiòn humana y afectiva, Gurutze la esposa de Paquito te puede ayudar mucho es un archivo vivo de la epoca y ha estado presente en la lucha de los estudiantes y creo que compartiò celda con algunos de ellos al ser encarcelados por la policia franquista, tambien Hurria.
Especial emociòn me provocò lo referente a Hanafi y Buel-la, quiero que sepas que estos dos martires les unia una gran amistad y hermandad, lastima que fallecieròn siendo muy jovenes, pero son un ejemplo para su pueblo que los recuerda.
Nada mas que comentarte por ahora, felicitarte doblemente, por el año nuevo y por la idea genial.
Un abrazo.
Siempre es una delicia leer sus trabajos pero más cuando hace ese recuento histórico. A mi me transporta, me parece que la
historia oral es una herramienta maravillosa para recuperar ese pasado. Además de que lo narra de una manera muy amena que
lo hace viajar a uno a esas épocas.
Mucha gente escribe sobre ustedes pero lo interesante es cuando ustedes hablan sobre su historia.
Bueno, ya no le distraigo mas. gracias por sus artículos
Claudia
Hola Bahia!!
Continuamente nos estas emocionando con tus escritos,pero este es maravilloso al recordarnos "El 68 Saharaui".
Un abrazo a toda esta maravillosa generacion de ecritores/as.
Emma
mi enhorabuena, es usted un gran comunicador. porque apesar de no haber nacido al igual que yo , en aquellos años supo trasladarme de vuelta a vivir aquellos maravillosos sesenta que tantas veces escuche a mis tios relatar.le agradezco que nos brindar la oportunidad de ampliar nuestros conocimientos sobre dicha generación, yá que es digna de admirar al igual que ustedes y que forma parte de nuestra historia. un abrazo deid
Si Hanafi es el Hanafi que conocí , lo conocí en mis años de estudiante en el instituto de Villa Cisneros. COU de letras del curso 1973/74. Compañero de , entre otros, Salec Baba , Sidati Malainin, Handi Sidi Mahamud , Bucharaya , Mohamed Fadel 'El Japonés' Mohamed Alí , Embarek Sidahamed, y alumno de profesores como Sara Arance y Antonio Aranda , impulsores de aquel grupo de teatro que fue el origen de aquel inolvidable recorrido en dos Land Rover por los pueblos del centro sur , Leyuab , Auserd , Tichla y vuelta a Villa. Muy buenos recuerdos de aquella época.
Estimado amigo Paco, me gustaría tener su contacto para preguntarle sobre aquellos chicos del COU que conociste en Villa Cisneros. Se lo agradecería si me lo facilitaría. Mi dirección es bahiaawah@yahoo.es
Por favor escribame, gracias
Hola soy de vuestra generacion y ese recorido por Tischla auserd y leyuad,fui yo y Sara ARANCE lo hemos organizidado,y sitienes buena mente quien estaba en el primer L.Rover y de guia en el desierto .M.Brahim......... Dakhla(villa cisneros)
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