A los que siguen creyendo en el esperado sol que nos alumbrará mañana, a los amigos de la causa saharaui, a los que en silencio dentro de la Cárcel Negra de El Aaiun y otras en las que están encadenados mantienen su fe en la libertad, a los desaparecidos y a las fosas comunes que guardan sus restos.
Cuando la convicción emana de los valores morales que predica un individuo dentro de su entorno social, éste acaba convirtiéndose en literatura y a la vez un patrimonio universal difícil de dejar entre renglones.
Y en la memoria de los pueblos y civilizaciones están muchos ejemplos de personajes que se inmortalizaron ante su civilización al seguir estas pautas culturales acontecidas en tiempo y espacio de una determinada sociedad. Un fenómeno que sigue teniendo vida y protagonistas en la literatura saharaui en hasania.
La antropología social nos ha enseñado el estudio del comportamiento humano, su cultura y las estructuras de las relaciones que rigen de manera sistemática en nuestra vida, como lo hace la poesía en la cultura saharaui desde muchos siglos atrás. También los rasgos y valores que nos distinguen unos de otros y con los que construimos nuestra personalidad dentro de una particular nomenclatura identitaria, son otro factor o complemento de los que se alimenta la literatura de muchos pueblos nómadas. Dicho esto, cabría señalar que en la poesía de los pueblos nómadas de cultura oral está el árbol genealógico de su esencia moral, y tal vez el eslabón perdido de la historia que muchos de estos pueblos con el paso del tiempo y el incesante proceso de desarrollo han ido perdiendo desafortunadamente. Así queda confirmado una vez más que gracias a la poesía han sobrevivido al olvido interesantes y minuciosas biografías de personajes de la Historia saharaui. Chej Luali, hijo del gran erudito Chej Malainin, es un ejemplo a destacar y estudiar cuando se trata del compromiso moral del individuo saharaui.
Chej Luali y sus hermanos permanecieron fieles a su enemistad contra la Francia colonialista, tras la muerte de su padre Chej Malainin en el exilio, desterrado en una miserable y polvorienta aldea en el sur marroquí, perseguido y aniquilados sus guerreros talamid[1] por las tropas coloniales francesas en 1910. De todos los hijos de Chej Malainin, el que más se destacó en todo el proceso anticolonial fue Chej Luali, el excelente poeta y guerrero. Unido a otras tribus saharauis de la época fue asestando duros golpes a las snag[2] francesas en Tiris y el oeste mauritano, es el caso de sanguet[3] Bermil, Fusht o Wadan [4] entre otras batallas libradas contra los franceses. Dolidos y asombrados por la guerrera ferocidad de los saharauis, desde el este mauritano los altos mandos franceses intentaron una reconciliación con los luchadores saharauis de esa época, entre ellos Chej Luali, al que invitaron a un encuentro de reconciliación.
Pretendían que Chej Luali influyera en los otros dirigentes tribales saharauis y dominarle mediante el soborno material. Los mandos franceses aprovechaban la penosa situación de shida[5] en aquellos años, que afectaba seriamente a esas regiones, querían usarla para atraer a su favor a los chiuj[6] guerreros, tanto en el Sahara como en Mauritania, ignorando el proverbio beduino فرسن اوكلو مايخلط فشدڭ “unas pezuñas y un riñón no se pueden juntar en la misma boca”. En tal contexto el poeta y guerrero Chej Luali recibió la invitación para dialogar con los altos mandos coloniales y aceptó el encuentro en el este mauritano, en la localidad de اندر Ndar, cercana a Senegal. Allí fue recibido por los altos mandos, quienes le ofrecieron lo que los saharauis llaman الصلح esilih, es decir, reconciliación o pacto de paz, a cambio de renunciar a todos sus principios de lucha contra la Francia colonialista sobre todo en sus intentos de incursiones en los límites al este del territorio saharaui.
El Gover[7] se dirigió a Chej Luali y le ofreció todas las riquezas que quisiera para pactar, decenas de dromedarios, fusiles, telas valiosas y caballos. Chej Luali, descendiente de una familia de mucha reputación religiosa, sorprendió infinitamente con su respuesta al mando militar y en especial al Gover que le hacía el ostentoso ofrecimiento.
- ¿Puede ocurrir que Dios se entere de todo lo que me has ofrecido? - preguntó Chej Luali al Gover. Y éste le respondió:
- Dios está en todas partes y vigila todo lo que hacemos y lo que decimos.
Entonces Chej Luali, seguro de su convicción y principios anticoloniales, respondió plácidamente y sin remordimiento a su interlocutor, con esta frase que ha quedado en la eternidad de la historia saharaui como una de las más representativas de la moral del individuo.
- Señor Gover, entonces si es así, Dios nunca jamás verá ni oirá a Chej Luali vendido o recogiendo un soborno de los franceses.
Ante la contundente, demoledora e inesperada respuesta, el mando francés, temiendo las represalias de las tribus saharauis que seguían atentos el encuentro, no encontró otra solución más que invitarle a que abandonara el lugar. Chej Luali había combatido los franceses en Uadan, Gseir Tershan, Uad Tangarada y en Chengueti.
Así sucedió esta exquisita historia que encontré escuchando hikaya[8] de el houl[9] hasani comentada y recitada por el desaparecido hombre de las letras mauritanas Bucki uld Aleyat. Pero no quedó ahí la hazaña de Chej Luali, que ha perdurado en la memoria saharaui y que nos acerca a quien fuera una de las grandes figuras de las letras saharauis del siglo pasado.
Corrían las noticias y rumores del encuentro de Chej Luali, de frig[10] a frig, de galb[11] a galb, de daya[12] a daya, de pozo a pozo, de dayar[13] a dayar y de boca a boca hasta que llegó a los oídos de un poeta mauritano de la época, llamado Lubba Uld Agrabat, de la tribu Idab Lehsen y de madre descendiente de la tribu Ideyshili, lo que en hasania vendría a ser, لب ولد اقربط واحد من اداب لحسن و اخول اديشلى [14]
El poeta, al confirmar de varios informadores la respuesta de Chej Luali, fue a su encuentro en su travesía de regreso hacia el Sahara. Y al reunirse con él le obsequió con este hermoso poema en el que celebró su indomable postura anticolonial con una larga talaá[15] de la que he recogido y traducido este deleitable extracto.
يا الشيخ الولى مااكد شيخ اصمم عزيم دونك فلاه ولاإرد كاع افهذ تخميم
انت امالك عند ادخل خمم كفر انك تندخل وعطاك ادني ماابخل عند ادول لعظيم
ودارك تكبظه الين مل من روقك واتخميم كالتل عنك فم ولد شيخ امعاديهم ديم
وارث من بوك شيخ مل عينين اشيخ الى ما وافى مراث منسبل مدهش كفت لقديم
الى رسول الله بل العداو لقديم (...)
Oh Chej Luali, ningún notable
puede decidir, amparado en Dios
una hazaña como tú,
sin dudar en su pensamiento.
Porque en Edjal[16] el Gover creyó
que caerías.
Te ofreció grandes tesoros del poderoso estado,
y te imploró hasta la saciedad que lo aceptases,
hasta que se cansó de persuadirte.
Urdido en su confabulación,
comprendió que ahí está el hijo de un chej,
su eterno enemigo.
Heredaste de tu padre, Chej Malainin,
el Chej que no interrumpe su descendencia,
prolongada y transmitida hasta el profeta de Dios,
una historia y una vieja enemistad.
Ese año la gente murmuraba temerosa
cuando iban y venían estas potencias,
que amedrentaban sin motivo.
Algunos al fin se marcharon
por la bendición del profeta que en ti habita de mucho antes,
y con la que tú evitas que alguien profiera
insultos, rumores,
o que abusaran de otros
o que perdieran su dignidad
o que se atropelle el derecho de alguien
o que intentara enemistarse
o que frustrara una fortuna
o que le usurpara valía.
De frente es brazo en defensa para su gente
ante España en Uad Ermima[17].
Leyendo e interiorizando este poema busqué hacer una analogía entre los hombres de honor y los traidores. Me hizo recordar el caso de aquel combatiente saharaui, Lehsen Mohamed Embarek, preso en una cárcel marroquí en los años 90, aquejado de una enfermedad cardiaca causada por los años de mazmorra militar y las torturas en muchas cárceles secretas marroquíes que había sobrevivido. Lehsen debía ser operado de corazón con urgencia para salvar su vida. Trasladado por las autoridades penitenciarias y con la presencia de observadores de la Cruz Roja Internacional que seguían su caso en la cárcel, cuando ya estaba en el quirófano los médicos marroquíes le ordenaron que firmara un documento para ser operado. Al leerlo minuciosamente observó que figuraba como oriundo marroquí. El preso se negó rotundamente a firmar el documento sin que apareciera su verdadera nacionalidad saharaui, y los médicos le dijeron que si no la firmaba como marroquí moriría sin que le hicieran la operación. El preso respondió que prefería morir con el corazón saharaui que sentía en sus entrañas en vez de vivir con una identidad falsa que no era suya.
Lehsen, personaje al que tuve la suerte de conocer tras su liberación en 1996, decidido y convencido de vivir o morir saharaui, hizo que médicos y autoridades se rindieran ante su inequívoca postura. El gesto de Chej Luali y Lehsen me ha recordado que los traidores, durante la época de la antigua Grecia, cuando eran ejecutados o morían, no gozaban ningún derecho de sepultura, eran quemados o servían de carroña para los animales; mientras que homenajeaban a los magnos guerreros, hombres fieles y los grandes poetas con una corona de laurel, unos ramos de olivo o de mirto también llamada arrayán derivada del árabe clásico como arrayhan.
En una ocasión a Mohandas Gandhi, le preguntó un hombre en un mitin, que hasta cuando duraría esa lucha. Y Gandhi le respondió: “Si todos los hombres se mantienen leales a su promesa, sólo puede haber un final y ese es la victoria”.
[1] Discípulos
[2] Expediciones de tropas francesas
[3] Compañía, adaptado al hasania del francés
[4] Lugares donde tuvieron lugar importantes batallas
[5]Gran sequía
[6]Plural de chej, jefe tribal
[7] Se pronuncia “gufer” en hasania, palabra arrastrada del francés. Se refiere al Gobernador militar de la zona
[8] Recitación de poesía histórica, muy del gusto de los saharauis
[9]Estilo musical cantado en el Sahara y Mauritania
[10] Conjunto de jaimas acampadas en la badia
[11] Monte
[12] Charca de agua que dejan las lluvias
[13] Buscador de dromedarios
[14] Lubba Uld Agrabat, uno de Idab Lehsen, y sus tíos maternos de Ideyshili
[15] Poema que se inicia con tres versos
[16] Región mauritana donde tuvo lugar el encuentro entre Chej Luali y el Gover
[17] Río en el sur del Sahara, donde acampó el frig de Chej Luali y en el que negociaba pacíficamente durante las primeras incursiones de España en el Sahara
1 comentario:
Hola.
Soy Javier Sanz del blog Historias de la Historia. Perdona este asalto en el comentario pero no he encontrad otra forma de contacto.
Hemos lanzado una iniciativa solidaria ("Letras en el Sahara") para construir una biblioteca en Smara y conseguir libros para el proyecto Bubisher (bibliobús que recorre los campamentos saharauis).
¿Le puedes echar un vistazo y, si te parece bien, moverla por el medio que creas oportuno?
Muchas gracias.
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