Hay momentos en que la vida sufre su propia regresión hacia el pasado, las huellas perdidas en el tiempo y los recuerdos vuelven para encontrarse en Alcañiz, la ciudad más emblemática del Bajo Aragón, una ciudad que dejó su sello personal en nuestra poesía y concretamente en los libros La Música del Siroco y Nómada en El Exilio.
Sus olivos, sus melocotones, sus calles y sus másicos están presentes en nuestros versos; Alcañiz la perla que atrae hacia su altar el sonido y el olor del Sahara, en una tarde caliente se rompió el silencio y se convirtió en cortas y largas frases que nacen desde el recuerdo para encontrar su propio eco en el futuro.
El Parador de la Concordia fue el espacio vital donde los alcañizanos escucharon las palabras exilio, siroco, nómada, beduino y jaima; vieron el Sahara de cerca y supieron que la poesía es el reflejo del alma cuando busca la imaginación.
Ali Salem Iselmu
Sus olivos, sus melocotones, sus calles y sus másicos están presentes en nuestros versos; Alcañiz la perla que atrae hacia su altar el sonido y el olor del Sahara, en una tarde caliente se rompió el silencio y se convirtió en cortas y largas frases que nacen desde el recuerdo para encontrar su propio eco en el futuro.
El Parador de la Concordia fue el espacio vital donde los alcañizanos escucharon las palabras exilio, siroco, nómada, beduino y jaima; vieron el Sahara de cerca y supieron que la poesía es el reflejo del alma cuando busca la imaginación.
Ali Salem Iselmu
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