martes, septiembre 26, 2006

Biga, el legendario caballero de la guerra saharaui


Mohamed Lamin Abba Chij, más conocido en los años de guerra por Biga, que Dios lo acoja en su mejor lugar, fue un caballero típico de esa saga saharaui más tradicional, conservador de una cultura milenaria en todas sus acepciones.

Biga cayó en los años ochenta tras los cruentos combates por el desalojo de las tropas marroquíes de la localidad de Guelta Zemur, donde una decena de aviones marroquíes fueron abatidos, centenares de soldados presos por el ejército saharaui y liberada la ciudad.

A Biga no tuve la suerte de conocerle en persona, ya había caído antes de mi regreso al Sahara, pero puedo contar de él las muchas historias que he escuchado de sus amigos y compañeros de lucha.

Biga era poeta y un Cervantes en su idioma hasania, era el individuo que representa la esencia de un caballero saharaui que se destacó en los primeros años de la guerra, por su trato, personalidad, sensibilidad, carácter humano y su valentía que le ascendió a alto dirigente militar.

Cuentan de él sus amigos infinidad de anécdotas dignas de un señor que imponía respeto y admiración. Era muy querido entre sus subordinados porque sabía sentir los problemas de cada uno de ellos. Conocía los nombres de todos y preguntaba siempre por aquellos con los que a veces no coincidía.

Era un dirigente de vanguardia en todo momento, siempre en las primeras filas, estaba convencido de que su vida sólo tenía valor si podía devolver la sonrisa a las mujeres y ancianos saharauis con la recuperación de la tierra donde están sus casas y los cementerios de sus seres más queridos, arrancada por los soldados marroquíes, esa era su premisa objetiva.

Biga escribió un poema en referencia a que si alguien quiere hablar de verdad y donde vale la pena, ha de hacerlo dando la vida enfrentándose cuerpo a cuerpo al enemigo marroquí detrás de los muros de la vergüenza. Hizo un poema, del que recuerdo estos versos en los que dejaba claro su convicción en la lucha por la liberación de las garras marroquíes:


… quien anda de fanfarrón
ha de hacerlo apoyado en los parapetos
y trincheras,
ocupando los muros
para que los invasores se retiren
derrotados…


Biga tenía un gran sentido del humor y no sabía pronunciar imposible, todo lo que pudiera derivar a una buena causa siempre era posible para él. Escuché contar de un militar subordinado suyo, que una vez iba una promoción del ejército de permiso unos días a los campamentos de refugiados, pero el militar perdió el permiso por no encontrarse en ese momento. Sus amigos con los que siempre iba se fueron y él tenía que esperar otra promoción mientras sus amigos de vida y de combate ya se habían marchado.

Se presentó en el cuartel del regimiento y pidió ver a Biga. Era tarde ya de noche, y Biga le recibió en su cuarto, donde ya estaba preparándose para descansar, saludó amablemente al combatiente y le dijo: “Buchereya, ¿a qué vienes a esta hora?” y Bucheraya le contó cómo su promoción se había ido de permiso y cómo él la había perdido.

Contaba ese militar que Biga cogió su tuba, pipa de tabaco, la limpió, la cargó, la encendió y tras la primera calada dirigió su mirada a Bucheraya y de encima de una mesa le entregó las llaves de un coche todo terreno y le indicó que el coche estaba debajo de un árbol, que lo recogiera, pasara por la intendencia para que le llenaran los depósitos y le deseó “buenas vacaciones con tus amigos, que os lo merecéis”.

Bucheraya no sabía que responder ante la grandeza del caballero legendario, decía que se sentía muy pequeño ante la bondad de su jefe. No hay palabras para describirle, ese era Biga el magno.


Biga tiene muchas historias que iremos recordando en este espacio.


Bahia Mahmud Awah