Bahia MH Awah junto al pensador y académico africano Ngugi Wa Thiong´o en 2019, Museo Reina Sofía
Se nos ha ido el colosal pensador y académico africano, Ngugi wa Thiong’o. Quedan huérfanas las lenguas africanas.
El 14 de mayo de 2018 escribía en su blog “Haz lo que debas” la escritora Conchi Moya rescatando la relación con tuve con este pensador keniata. Y que tuvo sus comienzos abril de 2007 en California.
“Teníamos una cita pendiente con Ngugi wa Thiong’o desde 2007. En abril de ese año los escritores saharauis Zahra Hasnaui y Bahia MH Awah recalaban en la universidad californiana de Irvine para impartir una serie de conferencias”. Las puertas que no logra abrir política las abren los otros saberes, la literatura y su autor. Y por eso Ngugi cruzó en aquellos años y aterrizó en California.
Fue el año en el que junto a la escritora y filóloga Zahra Hasnaui nos invitó la profesora Michelle Hamilton, quien por entonces daba clase en la universidad de Irvin California. Fue entonces el primer cruce al gran charco desde Barajas con escala en Heathrow para aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, LAX. Once horas eternas de vuelo y más de ocho mil kilómetros.
En mi agenda de beduino había marcado a Ngugi como algo muy importante ya que él impartía sus clases en la University of California Irvine. Y yo ya había leído sobre sus memorias convirtiéndose para mí en una referencia académica africana.
La escritora Moya subraya en su artículo algo que estaba previsto y ansiado pero que al final no pudo ser: “Tenían previsto un encuentro con el escritor y académico africano Ngugi wa Thiong’o, profesor de aquella universidad. Sin embargo, Ngugi se encontraba de viaje aquellos días y el encuentro no se pudo celebrar finalmente. Los escritores saharauis le dejaron unos libros y algunos detalles de artesanía saharaui y desde entonces hemos esperado poder acudir a algún encuentro con Ngugi”.
El deseo sucedió tras varios años en Madrid, como cantaban las Rimas de Bécquer. "Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa”. El 14 de mayo de 2019 la leyenda africana sube a la tarima del Museo Nacional Reina Sofía, cansado, bromeando con su avanzada edad y muy sonriente… “Desplazar el centro”, esa vez era su tema de actualidad. Antes de subir a la tarima sentado en la primera fila, le saludé, conversé con él un rato, le regalé un libro y le dije en mi pobre inglés, “Ngui, you should talk about the Sahrawi people in your lectures”. Sonrió asintiendo mi deseo.
En esa amena y distendida conferencia a la que asistieron decenas de intelectuales y académicos Ngugi reivindicó que le gustaba que le llamen “escritor africano” despojándose de su identidad académica fuera de su continente. Alegó que es importante porque dijo que “hubo un tiempo en que la gente pensaba que no había escritura en África”. Mientras se sabe que muchos estudiosos y académicos le llamaron: “El eterno candidato al Premio Nobel”.
En esta semana enfrascado en las últimas revisiones de mi tesis doctoral cuyo marco es decolonial, otra vez lo sentí usando argumentos que he recogido de su pensamiento anticolonial para acotar mi sujeto de estudio. Mientras leía en El Pais la noticia de su marcha física definitiva el pasado miércoles 28 en Estados Unidos. Qué tristeza me invadió. Con su muerte perdemos una nube que precipitaba constantemente saberes africanas y universales.
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