Por Chejdan Mahmud
… Tayara tarat tarat[1]
… shofu shofu ya salam
Cada vez que resuena el zumbido estruendoso
del helicóptero de la ONU, salen mis hijos corriendo para avistarlo y gritan en
voz alta y saltando, el avión el avión y en seguido mi hija, que es la más
pequeña, empieza a cantar la canción del avión.
… Tayara tarat tarat
… shofu shofu ya salam
Es inevitable esta escena cada vez que
viene y cuando se va el helicóptero blanco de la ONU. Nosotros muchas veces nos
sumamos a dicho jolgorio y otras veces nos quedamos en la penumbra de la jaima
observándolos y siempre se nos salta una que otra sonrisa y, en otras ocasiones
somos nosotros los que les advertimos que se oye a lo lejos el ruido del
helicóptero, que, claro, para ellos es un avión, hasta el insecto que merodea
por la lámpara es un avión.
Nosotros estamos afincados a quinientos
metros de la sede de la ONU, donde aterriza cada dos o tres días el helicóptero
que trae las provisiones a dicha sede. Nos separan de la sede de la ONU, el
imponente “rio Miyek”, y al fondo de todo, se yergue el majestuoso “galb[2]
Miyek”, como señor, omnipotente y omnipresente.
“Galb Miyek” es alargado y muy alto, pero
de donde quiera que lo mires tiene la misma forma, es algo mágico, sus dos
puntas, la este o la oeste, nunca desaparecen a la vista, sea cual sea el punto
cardinal en el que te encuentres. Al amanecer, es un espejo, limpio,
transparente y mágico a la vista, puedes estar horas observándole sin apartar
la mirada. Mediado el día, se convierte en áspero, bravuco y hasta amenazante,
con su falda de arena luminosa que desafía a la vista y su cima pedregosa que enseña sus dientes afilados. Al
atardecer, Miyek, ya no es bueno, inspira miedo, se reconvierte en monstruo,
que escupe calor o frio, depende de la estación, y salen sus fantasmas que
ladran sin estupor, y, cuando se adentra la noche, su silueta se convierte en
el fantasma más temido que exista.
Galb Miyek, es un guardián temible que
genera riqueza a su alrededor. Los saharauis campan a su alrededor, en busca de
amparo y en busca de riqueza, porque, a su sombra crece agua y crece
vegetación, todo lo que necesita un nómada.
Pero Miyek también es un rio, un rio
gigante y caudaloso, sin agua, pero parce que siempre está ahí. Sus árboles
frondosos verdes y ramas gruesas y largas, parece que te quieran ahorcar o
azotar sin remedio, sus arenas movedizas son trampas y, si no andas con
cuidado, te pueden tragar hasta el cuello y luego los millones de bichos que lo
habitan, terminan la faena. Miyek, es largo y ancho, aunque no tenga agua, solo
se puede atravesar por los puntos señalados y de manera rápida, porque, sus
trampas no tienen fin y tampoco tienen amistad
o predilección con nadie.
Miyek, es gal, es rio y es región, todos
bastos como el cielo que les cubre.
También Miyek es sinónimo de Tiris, esa
región saharaui, lejana en el tiempo y en la distancia. Es amada y querida por
todos los que la conocen, sin distinción, los pastores de Mauritania y los
autóctonos saharauis, la aman por igual. Quien conoce a Miyek y conoce su
valor, le mima, le canta, la ofrece al sediento al hambriento y al de paso.
Sabe que su valedor es Dios y y la ha dado al hombre, sin distinción, es tierra
sin dueño y sin amigo, solo tiene amantes y nostálgicos cantores.
El helicóptero de la ONU, sobrevuela Miyek
cuando viene y cuando se va, aunque no le guste a nadie que otros tengan privilegios
sobre su propia tierra y montañas.
Y ese helicóptero que trae víveres y
material a la misión de la ONU, trae también personas y las lleva, personas non
gratas y privilegios no aceptables. Nadie quiere a la ONU, ni su helicóptero,
ni muy de lejos, sus potentes focos de luz que no se apagan ni de día ni de
noche.
Esa especie miniciudad en medio de Miyek,
que rompe con todo, es un oasis de la modernidad en medio del desierto y en el
corazón de Miyek. Sus vehículos todoterreno con sus ruedas especiales y nuevas,
se jactan de la vida sedentaria de las gentes de Miyek.
La miniciudad de la ONU, que, por la noche
se avista a cientos de kms, no es más que un despropósito que no tiene nombre.
Parece una nave extraterrestre estacionada en la nada y sus tripulantes hablan
una lengua ininteligible y visten una ropa arrogante. A veces la gente se
distrae en sus menesteres y olvidan que existe ese monstruo vivo e ineficaz que
tienen de vecino, pero es imposible, cada dos días o tres, el helicóptero de la
ONU, ondea sus hélices en el cielo nuevamente, y mis hijos salen corriendo de
la pequeña jaima a tararear su canción. Al fondo, en la sombra, nos reímos,
porque nuestros hijos ya aprenden a hablar y cantar con fluidez en su lengua
materna. De momento, la ONU y su helicóptero invaden nuestra tierra y nuestra
vida, de forma ininterrumpida, en contra de nuestra voluntad.
Mi primo es combatiente de la región
militar de Miyek y en una ocasión me comentó que su fusil siempre apunta al
cielo.
Me quedé pensando en aquel instante cuando
me lo dijo. Años más tarde, cuando visité Miyek, recordé sus palabras, pero no
estoy seguro de lo que quiso decir. Quizás, si yo fuera militar y las dijera,
lo tenga muy claro e incluso, una bala no se pierda en el infinito.
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[1] Vuela y vuela el avión, mirad qué paz.
[2] Montaña en hasania o hassaniya, lengua hablada en el Sahara
Occidental y Mauritania. Un híbrido de la lengua senhaya, zenaga africana y el
árabe clásico.
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