lunes, marzo 26, 2012

Carta a Rossella


Ahora en tu ingrata ausencia heme aquí dialogando con tu gente desde el corazón de la isla, de la que tantas veces me has hablado, y como me decías a la que llamáis en vuestra lengua, el sardo, sardinnia. Hoy los designios me trasladan de otra manera para estar con tu gente y hablarle de ti, de tus cualidades humanas y de tu entrega por causas que tal vez no te hubieran importado mucho, sino fueras tú misma la del corazón abierto a los demás. Alguien referente en la historia de los pueblos dijo una vez que  “no se trata de desearle al amigo la victoria, sino correr con él la misma suerte de vencer”.
Amigos sardos,
A  Rossella Urru, la conocí hace cuatro años en febrero de 2008 a raíz de un viaje de investigación que hacía en los campamentos de refugiados saharauis en Tinfuf, donde está mi familia. Un destino que hace más de 35 años es el punto de convergencia para muchos solidarios de todo el mundo entregados por las causas del tercer mundo. Todos ellos con sus modestos esfuerzos y proyectos solidarios pretenden mitigar el gemido de dolor de los intestinos de los que de sus casas fueron despojados por la fuerza militar y obligados a abandonar sus patrias. Este es el caso de los saharauis por el que Rossella  ha dejado su preciosa Sardinnia y se marchó un día para ayudar a los más de 200.000 refugiados que necesitaban y necesitan de su labor de ayuda humanitaria.
Para que nos hiciéramos amigos, me la presentó Bárbara Magdaleno del Rey una veterana cooperante española en  los campamentos de refugiados saharauis, amiga común de los dos. Cenábamos una noche en el mismo comedor del Centro de Protocolo que acoge a todos los cooperantes extranjeros en Rabuni, y en seguida congenié con ella y con Elisabeth, una cooperante de Noruega. Recuerdo que me presenté como Bahia, un nombre poco común entre los saharauis, y que tanta gracia le hizo a Rossella aquella noche.
Horas después, bajo un cielo abierto y estrellado, después de la cena conversamos largo rato sobre su proyecto del Comité Internacional Italiano para el Desarrollo de los Pueblos, y sobre mi trabajo de investigación sobre la Memoria oral en la poesía de la cultura saharaui, también Elisabeth nos hablaba de su programa de nutrición para los refugiados. Desde esa momento descubrí una excepcional y humana persona, poco común, honesta, tímida, alegre y sumamente inteligente y culta, con un domino cabal de cinco idiomas. Una joven que no perdía la sonrisa por nada, que recibía en su cuarto a todos los amigos que no tuvieran espacio en el centro hasta que fueran colocados el día siguiente. Mi cuarto estaba enfrente al de ella y me dejaba compartir su cocina individual, y también nos la ofreció al grupo de la Universidad Autónoma de Madrid. Cuántas veces me invitó a cenar los espaguettis y quesos de su tierra. La gastronomía de mi desierto no era tan buena para ofrecerle algo especial en las condiciones de los refugiados, pero siempre después de las comidas un exquisito té lo reservaba para Rossella y Elisabeth, porque nos gustaba mucho compartirlo sentados en los bancos del patio del protocolo a cielo abierto. Cuando se mudó al nuevo centro de protocolo, me llamó y me dijo “Bahia, ya tienes aquí una ducha con agua caliente y un cuarto cuando quieras” dejé entonces por dos meses de ducharme con agua fría, que era lo que tenía en mi viejo cuarto. Todo era gracias a la bondad de Rossella, que me recibía y me ofrecía todo con amistad. Nos llamábamos todos los días para comer juntos y charlar sobre nuestras jornadas de trabajo y compartir ideas. Más tarde, cuando regresé a Madrid, en cierta ocasión me acordé de ella y le envié con una amiga algunos paquetes de sopas de verduras españolas, turrones y otros alimentos que ella no podía conseguir allí. El último correo que me envió fue en junio de 2011 y fue debido a la matanza en la isla noruega de Utoya y Oslo, de donde es natural nuestra amiga Elisabeth Adolfsen, email en el que lamentaba profundamente lo sucedido y me confirmaba que había recibido mi pequeño envío culinario.
En octubre de 2011 viajé a los campamentos saharauis con un grupo de profesores de la universidad Autónoma de Madrid y a poco de llegar fui con el grupo a visitar a Rossella. Fue una sorpresa y una inmensa alegría vernos de nuevo en los campamentos saharauis. Le presenté a los profesores Juan Carlos Gimeno y Juan Ignacio Robles y estuvimos un buen rato con ella hablando sobre su proyecto y su vida en los campamentos. Estaba desbordada de alegría y a la vez triste, porque que en dos meses terminaba su estancia en los campamentos, y me decía “me da mucha pena dejar el pueblo saharaui que me ha acogido tan bien y a quien voy echar de menos cuando me marche de vuelta a mi isla”. Nos despedimos de ella y nos emplazamos a vernos al final de nuestro viaje. El 23 de octubre 2011, ya de regreso, en Tifariti, y en una reunión de trabajo, el comandante militar de la región nos comunicaba la triste noticia que había sucedido esa misma noche en los campamentos saharauis en Tinduf, el sur de Argelia. Recibimos una enorme impresión que nos nubló el ánimo todo el resto del viaje.
Cuatro meses después de su secuestro, ya en Madrid, recibí a través de internet la feliz noticia de de la liberación de Rossella. Durante unas horas pensamos que era cierto, aunque seguíamos tristes pensando en Ainhona y Enric. Le escribí entonces a Rossella un email que aún estará en su bandeja de entrada sin abrir, y que espero que pronto sea abierto y leído por ella misma.
Para los saharauis todos aquellos que han compartido su vida con nosotros siempre quedarán eternos en nuestra memoria y formarán parte de nuestra Historia, porque con ellos hemos dado un paso más hacia el fin del largo túnel al que nos condenó la injusticia.
Rossella, no nos cansaremos de orar por tu pronto regreso a casa en Sardinnia, tras el paso por nuestras jaimas que aún guardan tu recuerdo.

*Carta de Bahia Mahmud Awah, escritor y poeta saharaui, a su amiga Rossella Urru, la cooperante italiana secuestrada, leída por Limam Boicha en el acto de homenaje a los tres cooperantes en la Universidad de Cagliari, Cerdeña.

2 comentarios:

  1. Anónimo7:44 p. m.

    GRACIAS. Por compartir a Rosella y dejarnos ver cómo es... Me gusta saber que estos meses de cautiverio, Ainhoa, mi amiga, y Enric, están con ella. Y Rosella recibirá también calor de ellos... porque aunque a Enric no tengo la suerte de conocerle, Ainhoa también es un ser humano excepcional. Como Rosella. Como seguro que es Enric. GRACIAS. Que pronto estemos celebrando su regreso!

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  2. Hola he pasado ha visitar tu blog...es muy original!!!
    yo tengo uno aunque algo diferente jeje ademas estoy de sorteo pasa y apuntate!!
    http://vidinala.blogspot.com.es/
    Buena semana!!!
    Nos leemos bs

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