Sabía de su historia como el lord solidario con el pueblo saharaui, precursor de la Fundación de Ayuda al Sahara, sus espectaculares caravanas de Land Rovers pintadas de arco iris atravesando miles de kilómetros desde Reino Unido, pasando por Francia, España, cruzando el Mediterráneo hacia Argelia, para acampar y quedarse definitivamente para los saharauis.
Yo trabajaba en los territorios liberados y visitaba mi familia en los campamentos, disfrutando de un descanso con ellos de quince días cada tres meses. Mi mundo exterior lo vivía a través de las emisiones en Onda Corta de muchas emisoras internacionales, Radio Nacional de España, Radio Nacional Saharaui, la BBC de Londres, la Voz de América desde Washington, Radio Neverland desde Hilversum en su emisión lengua española, y otras emisoras de FM que captaba en las zonas liberadas del Sahara. Todas ellas eran los ojos y oídos que me unían al exterior.
No perdía ningún servicio informativo de estas emisoras y en especial la emisora nacional porque me mantenía actualizado en lo que concernía a la vida de esa parte del estado saharaui en el exilio en territorio argelino, que dista del propio territorio saharaui sólo unos doscientos kilómetros. Sabía de la familia sólo a través de los compañeros que regresaban de sus quince días de vacaciones, y que sus últimas jornadas las reservaban para pasar por las familias de los amigos, saber cómo estaban y llevar y traer algún recado.
Unos de mis amigos a su regreso me dijo:
– Bahia, tu hermana ha tenido un niño y le bautizaron con el nombre de un lord británico muy amigo de la causa saharaui, el que trajo la caravana.
La noticia ya la había escuchado antes de otros compañeros pero no sabían de qué familia se trataba y tampoco yo tenía noticias del sobrino que había nacido; todo vino a propósito del saludo saharaui “eshtari min lajbar”, ¿qué hay de noticias?
Luego mi compañero me contó que había estado un día con la familia, mis hermanas y mi mamá. El acontecimiento me resultó incompleto, pero lo estaba procesando en mi cabeza para saber el motivo por el que un sobrino así se había bautizado. Según nuestra tradición cuando es muy apreciado un amigo o amiga se le homenajea escogiendo su nombre para un nacido de la familia, es una rotunda afirmación de aprecio y admiración por el amigo.
Por la noche escuchaba el informativo de la radio nacional y al término de éste anunciaban un reportaje a raíz de la visita del lord británico y su caravana de ayuda a los saharauis, recibidos en el campamento de El Aaiun. Seguí con atención el reportaje, la palabra de bienvenida y varias intervenciones de distintas organizaciones sociales saharauis en agradecimiento a aquella ayuda organizada y llevada desde Inglaterra hasta los saharauis.
Más tarde, el propio autor de todas las caravanas Christopher Winchilshea tomaba la palabra agradeciendo el caluroso recibimiento y acogida de los habitantes del campamento de El Aaiun y puntualizaba en estos términos:
– Al niño y a su madre querría expresarles mi agradecimiento por considerarme parte de la familia, si hubiera tenido algún rebaño de dromedarios seguro que os hubiera respondido con el regalo de unas cabezas de ganado por haber bautizado a vuestro hijo con mi nombre, considerando vuestras ilustres tradiciones de apreciar el esfuerzo de un amigo…
Enseguida entendí el alcance y significado de aquel gesto que unió la causa saharaui a través del nombre de un niño y un miembro de la cámara de los lores británicos.
El niño se llamaba Christopher Mohamed Ali. Pero la historia de ambos personajes no acaba aquí como la propia causa por la que se unieron niño y lord. Al lord lo conocí en su XIII caravana, última en la que vino en persona, en octubre de 1997. Recuerdo que varios periodistas esperábamos su llegada y me acerqué a Brahim Ali Buyema, entonces representante saharaui en Inglaterra, y le pregunté:
– ¿El lord viene en avión?
– No, no, viene conduciendo aquel camión – me respondió sonriendo el responsable saharaui.
Me llegó al corazón y para siempre aquel insólito gesto de amistad y entrega a una buena causa.
Pero al cabo de una hora nos convocaron a toda la prensa para desplazarnos al lugar donde estaba preparada una parada de la caravana antes de entrar en el campamento de Smara. Me quedé allí buscando el camión del lord que me indicó el responsable, un camión cisterna pintado de con un arco iris, Rainbow Rovers, y conducido por el propio Christopher Weinchelshea. Se me quedó aquella grata imagen solidaria registrada para toda la vida, me acerqué a la puerta del camión y le saludé amigablemente con el micrófono en la mano
– Hello Mr. Weinchelshea, fine all? Its Saharaui National Radio, Spainsh edition.
Me ofreció unas breves palabras para la radio que transmitimos en el informativo de media noche.
Esa noche recuerdo que uno de los titulares mas destacados del informativo que redacté era: El lord británico Christopher Winchilsea de la British House of Lords afirma “deseo que esta caravana sea la última en la que vengo a esta tierra y que la próxima sea en vuestro Sahara libre”
Esa caravana era la número trece que organizaba, desde que comenzó en 1983, convirtiéndole en el autor intelectual y pionero de todas las caravanas que se organizaron de Europa y Estados Unidos de ayuda y apoyo a los saharauis y su legítima lucha por recuperar su tierra.
Diez años después, prosiguiendo aquel compromiso que encadenó Winchilshea, vuelve la historia a repetirse con los saharauis aunque sin su inolvidable amigo que nos dejo hace más de ocho años. Sin embargo su espíritu solidario y de compromiso con el pueblo saharaui prosigue contra vientos y mareas de la injusticia materializado en sus caravanas arco iris que a los saharauis les hace recordar las lluvias con las que identifican las bonanzas del desierto. El 8 de octubre de 2007 de nuevo salía de Londres la Rainbow Rovers hacia los campamentos saharauis, organizada por los mismos amigos de esa historia que protagonizó desde 1983 Winchilshea. Esta vez, la dirige Ron Laybourne, Fundador de The Saharawan Aid Trust siguiendo las huellas que recorrió junto a Christopher con su esperada caravana arco iris. "Esperemos que nuestra acción humanitaria contribuya a atenuar el sufrimiento de este pueblo y a sensibilizar a los ciudadanos del mundo sobre la importancia de esta causa que tanto nos preocupa como defensores del derecho y de que se respeten los Derechos Humanos".
Nos dejaron los dos personajes, historia de una incondicional amistad. El lord Christopher Winchilshea y el niño Christopher Mohamed Ali, a los que unió la causa saharaui, nos dejaron pero continuamos enarbolando el arco iris en recuerdo a los dos, un Rainbow Rover que representaba para el lord la armonización de solidaridad con los otros pueblos amigos y un arco iris que representa para el niño saharaui la alegría que se respira tras las lluvias en el desierto cuando los niños salen jugueteando, saltando con los brazos extendidos y cantando la tradicional canción “zidi zidi ya eshab, zidi zidi ya eshab”, “más, más lluvias, no pares lluvia”. Caravanas y lluvias que traen la prosperidad al desierto.
Quedará en la memoria de los saharauis Christopher Winchilshea porque todos lo saben y le recuerdan como el Lord de los camiones, el lord del material escolar, el lord de los coloridos chandals, el lord de los medicamentos, el lord del camión que nos transporta agua y alimentos, el lord cuyas huellas siguen resistiendo lo que el viento intenta borrar ante la indiferencia del mundo.
Yo trabajaba en los territorios liberados y visitaba mi familia en los campamentos, disfrutando de un descanso con ellos de quince días cada tres meses. Mi mundo exterior lo vivía a través de las emisiones en Onda Corta de muchas emisoras internacionales, Radio Nacional de España, Radio Nacional Saharaui, la BBC de Londres, la Voz de América desde Washington, Radio Neverland desde Hilversum en su emisión lengua española, y otras emisoras de FM que captaba en las zonas liberadas del Sahara. Todas ellas eran los ojos y oídos que me unían al exterior.
No perdía ningún servicio informativo de estas emisoras y en especial la emisora nacional porque me mantenía actualizado en lo que concernía a la vida de esa parte del estado saharaui en el exilio en territorio argelino, que dista del propio territorio saharaui sólo unos doscientos kilómetros. Sabía de la familia sólo a través de los compañeros que regresaban de sus quince días de vacaciones, y que sus últimas jornadas las reservaban para pasar por las familias de los amigos, saber cómo estaban y llevar y traer algún recado.
Unos de mis amigos a su regreso me dijo:
– Bahia, tu hermana ha tenido un niño y le bautizaron con el nombre de un lord británico muy amigo de la causa saharaui, el que trajo la caravana.
La noticia ya la había escuchado antes de otros compañeros pero no sabían de qué familia se trataba y tampoco yo tenía noticias del sobrino que había nacido; todo vino a propósito del saludo saharaui “eshtari min lajbar”, ¿qué hay de noticias?
Luego mi compañero me contó que había estado un día con la familia, mis hermanas y mi mamá. El acontecimiento me resultó incompleto, pero lo estaba procesando en mi cabeza para saber el motivo por el que un sobrino así se había bautizado. Según nuestra tradición cuando es muy apreciado un amigo o amiga se le homenajea escogiendo su nombre para un nacido de la familia, es una rotunda afirmación de aprecio y admiración por el amigo.
Por la noche escuchaba el informativo de la radio nacional y al término de éste anunciaban un reportaje a raíz de la visita del lord británico y su caravana de ayuda a los saharauis, recibidos en el campamento de El Aaiun. Seguí con atención el reportaje, la palabra de bienvenida y varias intervenciones de distintas organizaciones sociales saharauis en agradecimiento a aquella ayuda organizada y llevada desde Inglaterra hasta los saharauis.
Más tarde, el propio autor de todas las caravanas Christopher Winchilshea tomaba la palabra agradeciendo el caluroso recibimiento y acogida de los habitantes del campamento de El Aaiun y puntualizaba en estos términos:
– Al niño y a su madre querría expresarles mi agradecimiento por considerarme parte de la familia, si hubiera tenido algún rebaño de dromedarios seguro que os hubiera respondido con el regalo de unas cabezas de ganado por haber bautizado a vuestro hijo con mi nombre, considerando vuestras ilustres tradiciones de apreciar el esfuerzo de un amigo…
Enseguida entendí el alcance y significado de aquel gesto que unió la causa saharaui a través del nombre de un niño y un miembro de la cámara de los lores británicos.
El niño se llamaba Christopher Mohamed Ali. Pero la historia de ambos personajes no acaba aquí como la propia causa por la que se unieron niño y lord. Al lord lo conocí en su XIII caravana, última en la que vino en persona, en octubre de 1997. Recuerdo que varios periodistas esperábamos su llegada y me acerqué a Brahim Ali Buyema, entonces representante saharaui en Inglaterra, y le pregunté:
– ¿El lord viene en avión?
– No, no, viene conduciendo aquel camión – me respondió sonriendo el responsable saharaui.
Me llegó al corazón y para siempre aquel insólito gesto de amistad y entrega a una buena causa.
Pero al cabo de una hora nos convocaron a toda la prensa para desplazarnos al lugar donde estaba preparada una parada de la caravana antes de entrar en el campamento de Smara. Me quedé allí buscando el camión del lord que me indicó el responsable, un camión cisterna pintado de con un arco iris, Rainbow Rovers, y conducido por el propio Christopher Weinchelshea. Se me quedó aquella grata imagen solidaria registrada para toda la vida, me acerqué a la puerta del camión y le saludé amigablemente con el micrófono en la mano
– Hello Mr. Weinchelshea, fine all? Its Saharaui National Radio, Spainsh edition.
Me ofreció unas breves palabras para la radio que transmitimos en el informativo de media noche.
Esa noche recuerdo que uno de los titulares mas destacados del informativo que redacté era: El lord británico Christopher Winchilsea de la British House of Lords afirma “deseo que esta caravana sea la última en la que vengo a esta tierra y que la próxima sea en vuestro Sahara libre”
Esa caravana era la número trece que organizaba, desde que comenzó en 1983, convirtiéndole en el autor intelectual y pionero de todas las caravanas que se organizaron de Europa y Estados Unidos de ayuda y apoyo a los saharauis y su legítima lucha por recuperar su tierra.
Diez años después, prosiguiendo aquel compromiso que encadenó Winchilshea, vuelve la historia a repetirse con los saharauis aunque sin su inolvidable amigo que nos dejo hace más de ocho años. Sin embargo su espíritu solidario y de compromiso con el pueblo saharaui prosigue contra vientos y mareas de la injusticia materializado en sus caravanas arco iris que a los saharauis les hace recordar las lluvias con las que identifican las bonanzas del desierto. El 8 de octubre de 2007 de nuevo salía de Londres la Rainbow Rovers hacia los campamentos saharauis, organizada por los mismos amigos de esa historia que protagonizó desde 1983 Winchilshea. Esta vez, la dirige Ron Laybourne, Fundador de The Saharawan Aid Trust siguiendo las huellas que recorrió junto a Christopher con su esperada caravana arco iris. "Esperemos que nuestra acción humanitaria contribuya a atenuar el sufrimiento de este pueblo y a sensibilizar a los ciudadanos del mundo sobre la importancia de esta causa que tanto nos preocupa como defensores del derecho y de que se respeten los Derechos Humanos".
Nos dejaron los dos personajes, historia de una incondicional amistad. El lord Christopher Winchilshea y el niño Christopher Mohamed Ali, a los que unió la causa saharaui, nos dejaron pero continuamos enarbolando el arco iris en recuerdo a los dos, un Rainbow Rover que representaba para el lord la armonización de solidaridad con los otros pueblos amigos y un arco iris que representa para el niño saharaui la alegría que se respira tras las lluvias en el desierto cuando los niños salen jugueteando, saltando con los brazos extendidos y cantando la tradicional canción “zidi zidi ya eshab, zidi zidi ya eshab”, “más, más lluvias, no pares lluvia”. Caravanas y lluvias que traen la prosperidad al desierto.
Quedará en la memoria de los saharauis Christopher Winchilshea porque todos lo saben y le recuerdan como el Lord de los camiones, el lord del material escolar, el lord de los coloridos chandals, el lord de los medicamentos, el lord del camión que nos transporta agua y alimentos, el lord cuyas huellas siguen resistiendo lo que el viento intenta borrar ante la indiferencia del mundo.
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