Quiero que mi país sea reconocido por los demás naciones hispano hablantes. Quiero en un congreso decirles a todos “Buenos días, señores y señoras” en un perfecto español. Quiero abrazar al mexicano, al guatemalteco, al hondureño, al salvadoreño, al costarriqueño, al ecuatoriano, al panameño y decirle al colombiano, “Vos eres mi hermano. Quiero saludar a los hombres de las tierras del Che, Sandino, Simón Bolívar y los que habitan los países andinos. Quiero estrechar mi mano al filipino, al guineano, al paraguayo, al uruguayo, al alegre puertorriqueño, al amigo dominicano, al solidario español y al compañero cubano.
Quiero recorrer nuestras tierras como si fuesen una sola patria. Iniciar mi andadura por el imperio Azteca, atravesar el imperio Inca y descansar en el Cuzco, en el territorio de los Mayas. Pasearme en las costas del Caribe, visitar la bella Alhambra, tomar té en el desierto de mi Sahara, vagar por los bosques de Guinea Ecuatorial y terminar mi viaje en la hermosa Manila
Somos una gran familia. España es nuestra madre, México el hermano mayor y el Sahara el más pequeño, el hijo de la recba[1] , al que necesita mimarle, darle cariño y cogerle la mano. Es una pena dejarlo desamparado en las calles.
Este hermano pequeño seguirá tocando el timbre de la casa con la esperanza de ser admitido en su propia familia
Abdurrahaman Budda
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[1] Término saharaui empleado para designar al menor de los hijos de una misma familia
Desde mi mexicanidad abrazo al Sáhara y honro su amor por nuestra lengua común, por las palabras que nos hermanan.
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