Dos semanas después de mi llegada a España viajaba de la ciudad de Talavera de la Reina a un pequeño pueblo perdido en la montaña, llamado Pelahustan, donde residían mis parientes. Éramos escasos pasajeros, todos fueron descendiendo poco a poco hasta que me quedé solo en el autobús. El conductor era un hombre cincuentón, alegre y de aspecto deportivo.
-Vamos chico, siéntate más cerca y así hablamos - dijo mirándome por el espejo retrovisor.
Me preguntó por mi nacionalidad y las razones que me hicieron venir a España y me comunicó que era un cristiano devoto, fiel a los principios de su religión, ofreciéndome ayuda en casos de apuro. A pesar de tener los bolsillos vacíos oculté mi necesidad. Me gustó mucho su carácter solidario y bondadoso, a la vez me resulto extraño que me llamara chico estando yo muy cerca de los cuarenta años. En mi tierra el varón deja de ser chico a los dieciocho años, es la edad en la que cumple su primer ramadán y pasa a ocupar su lugar entre los hombres de la sociedad.
En época de paz se ocupa de un negocio, una manada de camellos o viaja en una caravana comercial a regiones lejanas durante muchos días y a veces meses para vender sus camellos y retornar con mercancías y víveres para su familia. En tiempos de guerra empuña el fusil y combate al enemigo como un león. “A los cuarenta años es un hombre maduro apto para liderar a los suyos”, medité sumergido en mis pensamientos y pasé a reflexionar sobre la posibilidad de haber rejuvenecido durante mi estancia en Europa. Aquella idea me lleno de júbilo.
Pocos momentos después nos detuvimos en el penúltimo pueblo de nuestro trayecto y subió con nosotros un anciano que avanzaba con la ayuda de su bastón.
-Hola chico, hace mucho tiempo que no te veía -dijo mi interlocutor iniciando una charla infinita.
Así es como supe que chico en España no marca límites de edad y que ni yo ni el conductor y su colega éramos chicos.
No tardaron en aparecer las primeras casas de Pelahustan. El autobús se detuvo cerca de una gran casa de piedras.
-Adiós chico saharaui - me dijo el conductor.
-Adiós chicos - les dije a mis compañeros de viaje ahogando una sonrisa y perdiéndome en las estrechas callejuelas de Pelahustan.
Abdurrahaman Bud-da
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*El sábado 5 de mayo 2010 se celebró en la localidad de Sigüenza, provincia de Guadalajara, VIII Congreso de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha. El escritor saharaui Abdurrahaman Budda participó en el congreso en calidad de miembro de esta prestigiosa institución de escritores. Allí mantuvo varios encuentros con ilustres escritores castellano manchegos sobre la historia y cultura del Sahara Occidental, así como la fuerte presencia del idioma español en el Sahara y la necesidad de incrementar los lazos culturales entre los pueblos.
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