Ely el partisano altivo.
La identidad que adquieren los pueblos a lo largo de su historia prolifera y se distingue con el transcurso de la historia, sobre todo al instituirse sus principales bases. Un perfil que ha de fundamentarse en sus figuras históricas que hayan surgido de su evolución social como los eruditos, los sabios, los discípulos, los guerreros, los poetas y los grandes expedicionarios. De este progreso social nacieron grandes hombres que adquirieron en siglos pasados una extraordinaria dimensión cultural que serviría para determinar la geografía física y social de cualquier pueblo, en nuestro caso el saharaui.
Es por ello que durante el siglo XVIII y los comienzos del XIX se produce la Primera Edad de Oro de la cultura saharaui, fruto de la existencia social sobre un medio geográfico identificado y representado por tres ilustrados eruditos como Chej Mohamed El Mami, Chej Ma El Ainin y Chej Mohamed uld Mohamed Salem, prominentes e indiscutibles representantes de la Escuela del Pensamiento saharaui precolonial. Y muchos nos interrogamos sobre el postulado de estos eruditos que se heredó tras su ocaso, es decir la historia de los discípulos que continuaron su obra. Qué se sabe de ellos, cómo trasladaron el pensamiento de sus maestros y quiénes fueron. Sin embargo si buscamos la respuesta a estos interrogantes, encontramos tal vez la pregunta y la explicación en este sabio proverbio saharaui امنين هي زبدت البن dónde está la manteca de la leche[1].
Mi abuela Galia cuando evocaba a Chej Mohamed El Mami decía يااشيخ محمد المامي و اتفاكك لكويدسى ¡Oh Chej Mohamed El Mami y tu discípulo Legüeydsi! Es indudable la influencia para aquellas generaciones de estos discípulos o talamid que sirvieron como auxiliares y aprendices de nuestros eruditos y sabios. Sin embargo si indagamos en su historia poco encontramos sobre ellos en la memoria de la gente, salvo lo referido a los más destacados en su época. Y aún menos referencias encontraremos en los escasos y descatalogados libros publicados en aquellos años. Dónde están todas estas figuras de nuestra historia y sus descendientes intelectuales, talamid, quienes guardan curiosas historias biográficas, reveladoras de la obra de cada uno de nuestros grandes pensadores. Estos personajes del acervo cultural son leyendas, muchas veces inéditas, en la memoria de nuestra sociedad. El paso del tiempo sin que se retuviera o registrara el auge de estas grandes figuras conllevó a un eslabón perdido en el que ha ido desapareciendo la obra oral de prestigiosos eruditos a lo largo de nuestra Historia.
En el caso de los eruditos, incluso en los contemporáneos, apenas ha quedado obra alguna escrita, sí ha permanecido el reconocimiento a la labor que aportaron a la sociedad. Se pueden mencionar y exponer numerosos nombres como vivos ejemplos. Un caso concreto es el del erudito juez y poeta Mohamed Abdalahi uld El Ghalaui, relevante figura de la memoria histórica saharaui, a quien va dirigido este homenaje.
En los años setenta mi familia vivía en un bloque de casas de protección social, las primeras que la metrópoli repartía a la población saharaui que empezó a abandonar la badia y se incorporaba a los pequeños núcleos urbanos en busca de un sustento, que se encontraba para la mayoría en la administración o en la vida militar. Mi padre prestaba servicio como militar y le correspondió una de aquellas viviendas, recuerdo que fue el año 1971. En la esquina de nuestro bloque había una casa, su dueño la alquiló a un comerciante, juez y poeta muy conocido y de buena reputación entre la población. Enseguida se convirtió en un gran amigo de mis padres, y no por la vecindad, sino porque lo conocían de mucho antes, cuando nomadeaban en la región de Tiris. Mis padres hablaban de él y decían que era un gutbun min culi fanni, es decir un extraordinario referente en el saber. La palabra gutb etimológicamente procede del árabe clásico y significa polo, pero el vocablo es interpretado por la gente como erudito, sabio o genio en todo conocimiento del saber, sin que apareciera por medio el término discípulo. Pero si nos preguntamos por qué esa mutilación de la expresión “discípulo” ante la definición cutb, quizá hallemos varias razones como respuesta. El auge tribal de aquellos tiempos que no dejaba destacar la vida de un discípulo fuera de su entorno social, tribal. Por otra parte también influía el entorno geográfico, la población de un entorno diferente al del personaje no conocía con detalle su biografía. A esto hay que añadir otros prejuicios que subsistían en una sociedad que siempre ha estado enfrentada contra muchos intentos de dominio que llegan del exterior. Al tratarse de una población eminentemente nómada, que exigía ciertas condiciones al hombre como guerrero para defenderla en una época de incursiones extranjeras y de la piratería de los gazi[2].
Así los que se dedicaban al saber eran denominados “hombres del libro” y eran considerados como protegidos por los guerreros, atribuyéndoles a los hombres de letras esa desventaja con respecto a los que luchaban y su papel era limitado a un simple talmid, discípulo, sin que la sociedad de entonces considerara su condición de futuro erudito o sabio, minimizando en cierta forma su importancia aunque en otros tiempos fueron guerreros. A propósito recuerdo que leí una vez en una revista árabe un artículo sobre la muerte de Federico García Lorca. En ese trabajo se contaba que un oficial se acercó al general Franco y le comunicó que García Lorca había muerto. Franco le preguntó que quién era García Lorca, entonces el oficial volvió a responder a la retadora pregunta del dictador “mi general, García Lorca, el poeta”. Franco de suficiente sabía quién era aquel García Lorca, y de forma desafiante le sostuvo la mirada a su cargo militar y le dijo en tono mordaz “en estos momentos no necesitamos poetas”.
Obviamente se entiende que la época de estos eruditos y sus discípulos eran otros tiempos en los que primaban intereses caracterizados por la confrontación y exhibición de fuerza, más que la intención de dedicarse al saber o al estudio de la obra de un erudito o su discípulo. De hecho estos talamid asumieron esa definición, “hombres del libro”, impuesta por la naturaleza de su sociedad y la coyuntura en la que se articulaba esa época. Lo cierto que estos versos que a continuación citaría de un poeta árabe de la época, donde vertía toda su crítica contra esa concepción errónea sobre los discípulos nos situarían en el contexto en el que estos grandes maestros afrontaron las ofuscaciones de su tiempo. Los versos nos acercan a una época de supervivencia en los que el buen linaje y la supremacía guerrera caracterizaban la configuración social de esa época.
كن إبن من شئت واكتسب الدبآ
يقنيك مدمنه عن النسبا
Se hijo de quién quisieras,
y bebe del saber,
te es suficiente para
emanciparte.
De Mohamed Abdalhi uld El Ghalui, juez y poeta, guardo una fotografía en mi memoria: un hombre alto y delgado con un cuerpo ancho que le daba mucha elegancia al enfundarse en su galante darraa, un hombre de carácter alegre y amable con quien se cruzaba en su camino. En multitud de ocasiones lo escuchaba conversando con sus amigos y me llamaba la atención su voz grave, imponente y atractiva como la de un doblador de películas, era una persona de mucho don, y referencia para la población en casos de pleitos o disputas consuetudinarias.
Sin embargo la historia de este personaje de nuestra literatura es asombrosa y a la vez oculta para muchos, como la de tantos discípulos de nuestros grandes eruditos. Y esta es una deuda con la historia pendiente de saldar por la sociedad saharaui. En los años en que yo cursaba primaria, uno de sus hijos estudiaba secundaria en el único colegio que compartíamos, pequeños y mayores en Auserd. Su familia residía en el nuevo barrio de las bóvedas blancas en la parte occidental del pueblo. Muchos años más tarde, en mis estudios en el exilio, tuve una excelente amistad con su hijo Enna. Un joven alto y delgado con cierto aire de muy aplicado, aunque no presumía de ello, sí que se notaba la excelente educación que le había sido proporcionada por el padre. El destino y el proceso social y político que vive nuestra tierra me llevó a conocerlo con cierta conciencia y madurez juvenil, muy diferente a la de aquellos años en nuestro pueblo Auserd.
En la última década, de mi segundo exilio, me están sucediendo cosas que no sé cómo explicar, tal vez por la densidad de información y acontecimientos que se han ido acumulando sobre mi conciencia. Más bien la de toda mi generación, a la que le ha tocado asumir ese largo proceso e injusto destierro. A veces la memoria me lleva a historias que tenía retenidas oralmente desde los recuerdos de la infancia, reminiscencias de un niño que fue madurando antes que la de cualquier otro que no hubiera sufrido el hambre, la guerra, el exilio y la diáspora, pero no el desarraigo. Antes oía que los padres nos decían escuchad pero no intervenid en los asuntos de los mayores cuando los temas eran de interés mutuo o común. Al día siguiente en el pastoreo o yendo al colegio procesaba toda aquella información que había escuchado… historias de los gazi, hazañas de guerreros, el derrumbe de un pozo, la oralidad de un erudito, una comentada poesía de gestas y epopeyas o de enfrentamiento del genero picaresco entre poetas de la época... Creo que esta es la razón que me ha llevado a reactivar en mis adentros todas aquellas historias que mis padres contaban y que he mantenido condensadas durante todo estos convulsos tiempos. Muchas veces confundo a los amigos en esta faceta, digamos oculta, en el dominio de nuestra cultura. Y es que la apariencia muchas veces nos engaña. Cuántas veces me he disgustado por la falsa visión con la que te toma alguna gente y te descoloca fuera del nivel de los demás en estos temas de la idiosincrasia cultural. “Fulano ha estado estudiando fuera y no sabe de estos temas…” cuando en muchos casos se trata del pastoreo y su arte de supervivencia en la badia, o cuando se trata de la poseía en hasania o de los eruditos y sus discípulos. No digo que no haya gente con estudios y títulos que no conozcan su identidad cultural, aunque nunca es bueno caer en estereotipos o juzgar antes de conocer.
Dejadme con mis preocupaciones y mi humo,
Soy la herida cicatrizada.
Son versos del gran poeta y diplomático sirio Nizar Qabani. Lo encuentro como excusa para ese tipo de confusión en el que injustamente caen algunos contra muchos.
Volviendo a buscar “la manteca de la leche”, como dice el proverbio, no dejo de preguntarme por qué entonces no conocemos nada sobre esta escuela del pensamiento literario y sus maestros o talamid. Ni Julio Caro Baroja en su obra antropológica Estudios Saharianos se refirió a ellos, ni el expedicionario francés Camille Douls hizo mención en su famosa trilogía “Cinq mois chez les Maures nomades du Sahara occidental”, libro sobre el viaje que hizo en 1887 y del que surgieron tres libros colmados de observaciones sobre la vida de los nómadas, tradiciones y costumbres que sirvieron para conocer mejor la sociedad saharaui de aquella época. A todos ellos pesará la deuda con nuestra historia, y también caerá el peso de la historia sobre nosotros, en otros términos, sujetos principales en investigar y difundir estas delicias de nuestra literatura.
Ángel Doménech La Fuente con excelencia nos acercó en su obra a “Ma El Ainín Señor de Semara” título tal como lo escribió el propio autor. Y en el que dejó plasmada la vida y obra del sabio y sus miles de discípulos, pero sin que nos detallara o especificara los nombres de aquellos seguidores, excepto los descendientes familiares del erudito. Aunque Doménech señalaba a un tal Mohamed Sbera, un cristiano sirio convertido al Islam y que se llamaba Spiridón Ayoub, al que se creía procedente de Túnez y hablaba francés, inglés y español, pero esta es otra historia.
Me inquieta que hasta en la mente de los prestigiosos y contemporáneos hombres de letras saharauis los discípulos de los sabios no hayan sido interpretados ni definidos como grandes maestros continuadores de la obra del propio erudito, sin que hayan sido reconocidos como sustitutos generacionales del sabio que les había transmitido su obra. Los griegos explicaban sobre estos doctos discípulos y decían que se llamaban maghthv (matee –te-s) término que se refiere generalmente a cualquier estudiante, alumno, aprendiz, o partidario. En el mundo antiguo, sin embargo, es comúnmente asociado con personas que eran seguidores devotos de un gran líder religioso o maestro de filosofía. Y es evidentemente el mismo concepto que nuestra sociedad ha dado a los talamid de un erudito. En ambos casos, el discipulado significaba algo más que la inculcación de información que el discípulo recibía del erudito infundiendo sus valores y reproduciendo sus enseñanzas.
Recientemente recuperé el contacto con Enna Mohamed Abdalahi El Ghalaui, hijo del erudito prominente juez y poeta, un amigo al que anteriormente me había referido y quien me ayudó con sus conocimientos y la información que domina sobre la biografía de su padre. Me introduciré en su historia como un referente de nuestra literatura hasaní, ya que él fue uno más de los destacados eruditos de la Escuela del Pensamiento saharaui del siglo pasado.
En este encuentro con Enna intercambiamos una interesante charla que se centró en el desconocimiento que tenemos los saharauis sobre los discípulos de nuestros genios de los siglos pasados. Le puse como ejemplo al jurista Mohamed uld Mohamed Salem y le pregunté si sabía de él y si tuvo cofradías. A raíz de nuestro diálogo supe que tiene varios descendientes directos que actualmente viven en la ciudad ocupada de Dajla, antiguo Villa Cisneros, que deben ser de más de una generación posterior a la suya, nietos o bisnietos, y que están ejerciendo su labor como grandes maestros y juristas del derecho consuetudinario aún vigente entre los saharauis, sobre todo los residentes en las ciudades ocupadas donde Marruecos impone a la población saharaui sus propias leyes y entre los que residen en Mauritania.
Mohamed Abdalahi uld El Ghalaui, juez y poeta que fue gran amigo del poeta y erudito Chej Luali, hijo del al-lama[3] Chej Ma Elainin, nació en 1914 en El Bayed Mauritania, descendiente de una familia conocida por su sabiduría y prestigio social, condición que marcaría su formación y trayectoria como poeta y juez reconocido por la sociedad que le acogió como patria desde su juventud a raíz de su activismo anticolonial francés. Rebeldía que más adelante le acarrearía las típicas e históricas consecuencias que padecieron a lo largo de los siglos estas figuras de las letras en general, la persecución y el destierro. Desde muy temprana edad, inició sus estudios en la escuela tradicional, almahdara[4], bajo la tutela de su tío, considerado hombre del libro. Mostró en ese periodo su gran capacidad e inteligencia de absorber toda la información que se le fue suministrando durante aquella época de su vida. A los nueve años memorizó los sesenta capítulos del Coran, los principios básicos de la Teología y la obra más importante de la literatura árabe, los Mualaghat, la obra literaria pre islámica por excelencia y cimiento básico en nuestros días para la gramática de este idioma, una obra conocida como “las siete maravillas de la literatura árabe”.
Mohamed Abdalahi continuó sus estudios frecuentando los centros más importantes y los sabios más destacados de esa época, hasta obtener títulos de considerable reconocimiento otorgados por almahdara y el reconocimiento por parte de sus maestros y coetáneos. Su gran talento y su espíritu de libertad le impulsaron a simpatizar desde muy joven con el movimiento político-religioso anticolonialista dirigido por Chej Hamahul-lah contra la presencia colonial francesa en Mauritania. Después de participar en varias operaciones, destacándose por su valentía, fue hecho prisionero por las tropas francesas, junto a un grupo de compañeros de armas y en juicio militar sumarísimo fueron condenados a la pena capital, por un tribunal militar francés.
Pero Mohamed Abdalahi, en espera de la ejecución y en una intrépida acción, consiguió fugarse de la cárcel junto a dos de sus compañeros, antes de ser ejecutados. Suerte que corrió el resto del grupo alrededor de 20, que fueron ejecutados por los franceses. En esa época Francia intentaba ejercer su hegemonía sobre toda esa región del Sahel y el norte del continente africano a excepción del territorio del Sahara Occidental tras muchos intentos frustrados hasta el 1912. El Ghalaui, al encontrarse en busca y captura ordenada por el mando francés y temiendo las represalias que pudieran tomar contra su familia si salía a la luz que le encubrían, optó por el exilio, dirigiéndose hacia el entonces Sahara Español, donde se quedaría para siempre. El Ghalaui en su evasión a principios de los años 40 llegó a la región de Tiris donde conoció a la prestigiosa familia saharaui Ahel Daf, familia con la que inició una gran amistad y protección. Ante el peligro de persecución los notables de la familia Ahel Daf le aconsejaron alejarse de la frontera franco-española por temor a que fuera descubierto por las tropas francesas que solían patrullar por las fronteras, y le sugirieron reunirse en la zona de Uad El Hauli con el hijo de Chej Ma El Ainin, Luali, enemigo declarado de los franceses y a quien también habían encarcelado años atrás. El Ghalaui, tras conocer Ahel Edad y a Chej Luali, comenzó a asentar sus raíces dentro de la sociedad con la que compartió principios y lucha contra el dominio colonial.
En Chej Luali encontró un personaje que gozaba de una inmensa autoridad moral y religiosa entre los saharauis. El Ghalaui fue bien recibido y considerado debido a su nivel cultural y su historial de lucha compartida por el propio anfitrión, el poeta y erudito Chej Luali, y junto a esa familia se incorporó definitivamente bebiendo de la sabiduría de su benefactor. Y en reconocimiento a su integridad moral y su elevada formación, Chej Luali, máxima autoridad espiritual de la zona y punto de referencia de la sociedad saharaui, le nombró cadi[5], cargo que más tarde fue corroborado por la administración española y que desempeñó hasta los años setenta. Mohamed Abdalahi tras convivir varios años con su amigo Chej Luali sintió la necesidad de profundizar su formación en el derecho consuetudinario de su sociedad y decidió ingresar en 1947 en la escuela del sabio Mohamed Limam uld Chej Ma El Ainin en Sidi Ifni, entonces protectorado español. El Ghalaui cursó sus estudios superiores en leyes en la prestigiosa escuela del hijo de Chej Ma El Ainin.
Tres años más tarde Mohamed Abdalahi al concluir su formación, adquirió otra faceta aparte de juez, sus versos comenzaron a surcar muchos corazones en la tierra de los poetas, Tiris. A principios de los años cincuenta regresó a Tiris, donde había dejado a la familia Ahel Daf y a Chej Luali, y allí contrajo matrimonio con Tfarrah Chej Mamina, descendiente de Chej Ma El Ainin, con la que tuvo tres hijos y una hija.
Continuó ejerciendo como juez ganándose el respeto y la consideración de todos por la claridad de sus decisiones y la imparcialidad en sus fallos, y destacándose por su gran capacidad de persuadir a los litigantes haciendo llegar a acuerdos en bien de las partes y de la sociedad en general.
En 1960 fue nombrado por el Gobierno General del Sahara Juez Supremo de la Justicia Cheránica, con sede en El Aaiun y jurisdicción sobre todo el territorio. Ante el prestigio y la formación que irradiaba dentro de la población, más tarde las autoridades españolas le encargaron elaborar y dirigir la enseñanza del árabe en el Sahara, además de realizar programas de carácter religioso y didáctico en la emisora que transmitía en lengua árabe desde El Aaiun.
En aquellos años, cuando su familia ya se había establecido en Auserd, yo escuchaba a un gran amigo en común que tuvo mi familia con El Ghalaui llamado Beisat uld Ameyar, un referente en la oralidad saharaui, reseñar la extraordinaria personalidad de Mohamed Abdalahi El Ghalaui como poeta y juez, testimonio que ahora me traen estas líneas escritas por su hijo Enna: “Fue siempre un miembro activo de la cúpula de la sociedad saharaui como persona de influencia, sabio, poeta, jurisconsulto y trabajador incansable por el bien común. Cualidades estas que le hicieron desempeñar el papel de intermediario e interlocutor en muchas ocasiones, en los conflictos y rivalidades sociales; labor que había ganado por su buena reputación y el consenso tribal sobre su persona, dadas las relaciones de amistad, respeto mutuo y consideración que mantuvo con todas las capas sociales saharauis. De ahí que fuera encargado de leer la carta de peticiones que formularon los jefes de las diversas tribus saharauis al General Franco. Carta que leyó en presencia y en nombre de éstos, en audiencia oficial en el Palacio de El Pardo en Madrid, en marzo de 1963”.
Hombre multifacético, excelente orador, brillante juez y poeta que escribió inspirado por el acervo cultural saharaui. Mohamed Abdalahi, compuso muchos poemas, tanto en hasania como en árabe clásico, versatilidad que distinguió también a otros grandes maestros como Chej Luali. Sus poemas son aún recordados y recitados hoy en día, sobre todo entre los originarios de Tiris. En la doctrina de la cultura saharaui se dice que el reconocimiento de un poeta se debe a que haya cantado a Tiris, de lo contrario no gozaría de ese reconocimiento social.
Tener memoria del pasado es saber conservar y alimentar la memoria del presente es, a mi entender, el arreglo principal que nos permite saldar nuestro compromiso con los que nos han dejado un hermoso legado literario para defendernos de la No identidad y transmitir esa herencia.
El Ghalaui en los años sesenta había dejado su familia en un lugar de Tiris junto al frig[6] de Chej Luali. Después de mucho tiempo la familia cambió de acampada a otro lugar donde había caído mucha lluvia. Un dayar[7] le informó a Chej Luali que su frig estaba acampado en una raida[8] rodeado de muchas aguas precipitadas en las cordilleras de Timicrarin El Baida. Entonces Chej Luali, inspirado por la hermosura de la tierra y la buena información recibida, retó a los jóvenes que lo acompañaban a celebrar la alentadora noticia de lefrig y las lluvias. Mohamed Abdalahi fue el primero en recitar con este poema compuesto por él:
مذكور انزل وتلاكطى يلبل لفريك افريظى
بين إزويليل وكطى وتمكرارين البيظى
A galope mi camello,
me susurran
que Lefrig
acampa en una raida
entre Zueilila, Agti
y Timicrarin El Baida
Y al escucharlo Chej Luali sentenció “más bello que éste ya no se puede escribir”, por lo que el poema es uno de los más memorizados entre los saharauis, en especial entre los habitantes de Tiris, región donde vivió Mohamed Abadalahi El Ghalaui hasta varios meses después la anexión del territorio por Marruecos. El poeta y juez murió en la tierra que le abrió los brazos y que tanto amó como sus condiscípulos y maestros. Se puede decir que es la tierra cuna de los eruditos y sus talamid. Porque guarda, entre otros, a Chej Mohamed Elmami, Chej Luali y porque también en ella nos dejó nuestro protagonista el 16 de febrero de 1976, vecino del monte Bu Lautad.
Bahia Mahmud Awah
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[1] Célebre frase que se refiere al fruto que da una obra
[2] Piratería, en especial de ganado, que se hacía entre diferentes tribus rivales. Causada normalmente por desentendimientos o pleitos entre tribus
[3] Sabio, erudito
[4] Escuela de conocimiento, donde se estudiaba teología, literatura y religión
[5] Juez cheránico
[6] Conjunto de jaimas beduinas acampadas en la badia, la zona de pastos donde se nomadea con el ganado
[7] Buscador de camellos
[8] Lugar lleno de pasto verde donde ha caído mucha lluvia y los camellos pastan a sus anchas. Los nómadas se trasladan allí y acampan mientras dura el pasto
*La foto pertenece al periódico Paris-soir, en su número del 15 de agosto de 1933. Se refiere a un guerrero saharaui en lucha contra los franceses a las puertas de Smara, al que el periódico denomina "Ely el partisano altivo".
Bahía , muchas gracias por deleitarnos con historias como la de nuestro paisano GHALAOUI . Sigue así porque lo estás haciendo muy bien tú y tus compañeros . lo de pasisano lo digo por saharaui y por ser de AUSERD.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte para tí y para Conxi
Salem
Estimado Bahia: Desde muy lejos me gustaria felicitarte por esa contribución importante sobre parte de nuestra historia. Iniciativas de este indole son bienvenidas y necesarias.
ResponderEliminarPor otro lado, te confieso que leyendo tu narración me situaste en el barrio de colominas, calle Barbosa Sanchez (Aaiún) donde eramos vecinos con el Juez y Poeta Mohamed Abdalahi ule El Galaui .
Cordialmente.
Ali Mahmud
Apreciado Bahia:
ResponderEliminarMe interesó mucho lo que escribiste.
Saludos,
Carmen Ruiz Bravo-V.
Gracias amigo Salem por el amable comentario sobre el juez y poeta Mohamed Abdalahi El Ghalaui. Reciba un cordial saludo.
ResponderEliminarGracias a todos, amigos, por los amables comentarios y la grata acogida de nuestra historia en vuestro corazón. Bahia
ResponderEliminarEn una sociedad nómada, anárquica por antonomasia, como mínimo resulta osado hablar de "Escuela de Pensamiento Saharaui”. Igualmente, resulta provocador aludir sólo a tres nombres como representantes de la cultura saharaui siendo los tres de origen foráneo. ¿ No hay nadie que sea originario de Zemmur o Tiris?
ResponderEliminarHaddamin Moulud Said.
Estimado Haddamin, la impronta que ha dejado el señor Mohamed Abdelahi uld El Ghalaui en el territorio ha marcado una época y quedará para siempre inscrita en la memoria del Sahara.
ResponderEliminarCon respecto al señor Chej Mohamed El Mami creo que sobran los comentarios, y le invito a repasar los anales históricos. Sólo recordarle que pertenece a la gran tribu de Ahl Barackallah, que se los conoce por ser los ingenieros constructores de pozos en Tires, ¿o acaso Tires no pertenece al territorio?.
En cuanto a Chej Maelainine, igualmente digo que los comentarios sobran, porque la historia es suficientemente elocuente para saber quien ha sido el personaje y qué ha respresentado en el territorio. Sólo decir que la ciudad por la que más se conocía el territorio a finales del siglo XIX y principios de XX fue fundada por él. Obviamente estamos hablando de Smara.
Por último, respecto a Mohamed uld Mohamed Salem tampoco hay mucho que añadir. Sólo un apunte, la ciudad que actualmente es capital del Sahara, El Aaiun, le recuerdo que su nombre verdadero es Aaiun El Medlichi, y refrescaándole un poco la memoria le diré que El Medlich es la tribu de origen omeya confirmado a la cual pertenece el personaje en cuestión. Además en el territorio del Sahara todavía existen muchos topónimos que llevan nombre ligados a esa tribu.
Saludos.
Sidi Ibrahim El Mokhtar.